Inteligente película que revela la delgada pátina de civilización que nos recubre y cuya superficie basta con rascar un poco para revelar nuestros verdaderos instintos. A partir de una anécdota común (una pelea entre dos niños) y a través de la conversación que sigue entre los padres de ambos, nuestro código ético y los postulados de la moral burguesa quedan ridiculizados e inutilizados por las nociones universales de justicia y sentido común.
Película que nos deja un mensaje pesimista por debajo de su chispeante guión: nos esforzamos por ser educados pero es agotador, el mundo nos impide ser buenas personas, justas y razonables, es inútil comportarse civilizadamente y guiarse por las buenas intenciones, porque ante situaciones que nos ponen a prueba siempre se imponen la violencia y los bajos instintos del ser humano.