A través de la sutil voz de dos humildes soldados, Tito Pullo y Lucio Voreno, el excelentísimo serial de la HBO nos hace descubrir las antípodas del clasicismo romano, del aurea de perpetuidad histórica que guarda la civilización (la más grande de la historia), para mostrarnos la ciudad carnal y trivial que fue donde se desarrolló.
Roma es la superproducción para TV más grande y costosa de la historia de la misma; y bien valen los millones de dólares invertidos. Rodada con un inusitado mimo por el detalle fidedigno y real a los años que narra, entrelaza con gran maestría la trama de ficción sin que ésta entre en conflicto alguno con los hechos históricos. Una difícil ecuación realmente bien superada. Los dos citados protagonistas son directos espectadores de la epopeya más grande del mundo romano; la caída de la República tras el ascenso del "dios" -o tirano- César, los años convulsos entre Pompeyo, Bruto, Cicerón o Marco Antonio; el nacimiento de la mayor figura generalísima y gubernamental, Octavio César; los conflictos contra una convincente y genial Cleopatra, etc.
Con la premisa de los hechos históricos, la serie no se centra en ellos, sino en exponerlos desde la perspectiva de la ciudad romana. Pues esta no es la historia de Julio César, o de Octavio Augusto, sino la historia de una ciudad cómplice del cambio de ciclo y de vida que se estaba prodigando. La serie nos muestra una ciudad viva, enérgica y con más poder incluso que aquellos que la gobiernan; pero en cambio una ciudad antigua, tribal, salvaje, capaz de llegar a las más altas cotas de virtuosismo dialéctico, como a la brutalidad más ancestral y bárbara.
Aún así, las cotas de perfección que alcanza llegan cuando los grandes personajes de la misma, y la propia y magnánima ciudad, se entrelazan en un baile de burocracia militar, de una intempestiva partida de ajedrez entre el foro –la dialéctica–, y la sangre; entre lo Clásico y lo trivial.
La serie se mueve con la sutileza de las obras de Shakespeare. Por momentos parece ser una genial obra de teatro, en donde las batallas se ganan con el poder de la palabra –infinito según la visión de la serie–, y no con el de la espada. No hay ninguna batalla, no esperéis verla. Por el contrario, mostradas son las batallas dialécticas; atroces, poderosas y crueles.
Lucio Voreno y Tito Pullo encarnan y personifican a la ciudad que baila con César. Genial el primero en la primera temporada, que es dueña de sus quehaceres, mientras que Tito Pullo, a modo de redención, es la genial figura de la segunda. Son dos figuras que encarnan el motor de la serie, y marcan el límite entre la ficción –perfecta ficción–, y la recreación histórica –aún más perfecta y genial–.
Roma escribió la historia, y hoy está al alcance de todos desde el sofá, y no desde los libros de Plutarco o los teatros de Shakespeare. Dos temporadas, 22 episodios, y la mayor epopeya histórica y televisiva delante de ti.