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Argentina Argentina · Córdoba
Voto de el_emi:
6
Serie de TV. Drama Serie de TV (2017-2018). 2 temporadas. 15 episodios. Nelson, un muchacho humilde, viaja desde el interior trayéndole un gallo de riña a su hermano. Al no poder encontrarse con él, emprende su búsqueda por el difícil escenario del conurbano bonaerense. Siguiendo las pistas sobre su paradero, se vincula con Chelo, gallero y jefe de una banda de piratas del asfalto. Pronto comenzará a sospechar que este personaje está vinculado con la ... [+]
17 de agosto de 2017
10 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cometario tras el primer episodio de la serie

Tras la paralización absoluta de los contenidos financiados por el Estado en 2016, la producción televisiva argentina quedó en manos de financiamiento privado y, por ende, esclava de una lógica industrialista dependiente de esas fórmulas raídas pero de probado rendimiento que generalmente atraen a la clase media. Imposible ver hoy producciones como la estimable Bs As bajo el Cielo de Orión de Gabriel Medina, así como parece difícil que se vuelva a apostar por producciones provinciales como La Casa de los Opas (producción íntegramente salteña que de momento no hemos podido ver) o ver a autores como Maximiliano Schonfeld o Campusano acercarse de nuevo a la pantalla chica. Lo que se estila ahora es esa vieja tradición del policial argento, género conocido y poco propenso a molestar demasiado al espectador ni sacarlo de su zona de confort. El obejtivo: invertir y recuperar inversión. Si bien la aplaudida El Marginal parece escapar a esta regla, el panorama de 2017 fue desolador: la insultante El Jardín de Bronce y la pobreza conceptual de La Fragilidad de los Cuerpos fueron dos ejemplos claros de lo que la maquinaria industrial era capaz de hacerle a esa producción televisiva que, en algún momento, parecía tener un futuro brillante.

Había muchos motivos para pensar que Un Gallo para Esculapio sería una ficción más reseñable. El regreso de Bruno Stagnaro y la producción de Sebastián Ortega, toda una máquina de generar éxitos últimamente, hacían presagiar algo más creativo e interesante. Al final del episodio presentación, queda la agridulce sensación de que seguimos atrapados en esa espiral donde el policial o la trama criminal es omnipresente, pero que definitivamente estamos ante una producción mucho más potente, mucho más autoral y con mucho más talento en cuanto a dirección y guion que lo veníamos viendo.

La serie de Stagnaro no es una revolución dentro de los actuales patrones de producción televisiva pero es, posiblemente, uno de los mejores ejemplares que tendremos en estos años. Creo que la principal virtud que tiene es que evita el error que sus dos predecesoras de este año cometieron: Un Gallo para Esculapio no ha buscado venderse como algo transgresor o nuevo a partir de su empaque, sino que parece querer construir su fama en base a lo que muestra episodio a episodio. Recordemos que El Jardín de Bronce venía de la mano de HBO y toda su producción tenía un poderoso barniz de “producción importante” con un uso ridículo de drones y una fotografía repleta de filtros. Por su parte, La Fragilidad de los Cuerpos buscó vender una acartonada transgresión a través de una fuerte presencia del sexo. En ambas fue mucho empaque para poco contenido. La dirección y producción de Un Gallo para Esculapio ha logrado ser más interesante desde la humildad de la puesta y el excelente retrato de la calle, que nos retrotrae a la ópera prima del propio Stagnaro, Pizza, Birra, Faso, y nos deja algunas reminiscencias de grandes películas del género como Nueve Reinas.

En contra, tenemos todos los defectos que se desprenden de su calidad de producto para clase media. Más allá de cuestiones ideológicas, hay algunas que mutan en recursos narrativos un tanto odiosos. El personaje principal está metido en ese cuestionable mundo de la riña de gallos y la narración parece querer mostrar ese terrible universo sin juzgar, sin embargo comete la cobardía de querer poner a su protagonista como un ser humano más digno que el resto a través de escenas en las que tiene una relación casi “humana” con su gallo, como si semejante relación lo exonerara de algún modo ante el público por poner luego ese gallo en un ring a matarse. Esta es posiblemente la única mancha importante que tiene el arranque de Un Gallo para Esculapio, mancha sin embargo que no tapa todas sus virtudes.

Si hay que señalar otra mala es que, posiblemente, los que menos gustamos de estas tramas criminales difícilmente encontremos una razón para entusiasmarnos demasiado, pues el capítulo inicial deja bastante en evidencia los caminos que tomará esto y no parece que haya mucha innovación al respecto. Para los que gustan de estas historias, es probable que estén ante la serie ideal.
el_emi
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