¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!, cuando se estrenó la infame traducción del comic Daredevil en el cine. En las labores de protagonistas y secundarios, se encargaron de acometer o derribar al personaje principal, Elektra, Bullseye, Kingpin y demás paisanaje. Los causantes fueron Ben Affleck, Jennifer Garner, Colin Farrel, Michael Clarke Duncan y Jon Favreau, entre otros actores. El resultado final consistió en una película malísima, con menos brío que un telefilme anémico. Rematada por efectos especiales penosos y muy visibles. Una banda sonora llena de canciones altisonantes.
Daredevil, dirigida por Mark Steven Johnson, que cuatro años después estrellaría otro comic de la Marvel (Ghost Rider), es una manera ejemplar de cómo no llevar a la pantalla un comic, sobre todo si está basado en la mejor etapa del superhéroe ciego de la casa de las ideas. Un período escrito y dibujado en su mayor parte por Frank Miller, que en el papel era un comic dirigido a un público formado, serio y adulto. Y que en la película resultó ser pueril, con unos trajes de cuero ridículos, bastante previsible en sus intrigas y resoluciones. Por no hablar del ralentí estilo matrix que no aportaba nada.