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Voto de Redrum:
10
Terror. Intriga. Thriller Marion Crane, una joven secretaria, tras cometer el robo de un dinero en su empresa, huye de la ciudad y, después de conducir durante horas, decide descansar en un pequeño y apartado motel de carretera regentado por un tímido joven, Norman Bates, que vive en la casa de al lado con su madre. (FILMAFFINITY)
24 de mayo de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto por enésima vez Psicosis (Pycho, 1960) y lo que pueda comentar de la película de terror psicológico más popular de la historia, es poco para describir la obra de culto del maestro del suspenso. Ríos de tinta, se han escrito sobre la archi famosa escena de la ducha, del travestismo y desdoblamiento psicológico del protagonista, como varios mitos que surgieron alrededor de la cinta del creador de Rebecca (1940).

¿Queda algo más decir de Picosis? ¿Alguien no conoce la manoseada escena de la ducha? Terminaba una década de los 50 dorada para Sir Alfred Hitchcock con obras esenciales de su filmografía como: Crimen perfecto (1953); La ventana indiscreta (1954); Atrapa a un ladrón (1955); Falso culpable (1956); Vértigo (1958) y Con la muerte en los talones (1959). Sin embargo el maestro del suspenso comenzaba una década de los sesenta con falta de buenas ideas y de guiones dignos de ser un gran largometraje de interés.

Así llego a las manos del director inglés la novela de Robert Bloch, Psycho que llamó por fin la atención del creador de Los pájaros (1963). La historia fue magistralmente adaptada por el guionista Joseph Stefano, sin desmerecer la obra de Bloch, la cual tuvo en su momento buenos comentarios por parte de la crítica.

Hay una sola Psycho

Creo que el éxito de la cinta, jamás será superada por las lamentables secuelas y el triste ejercicio del remake realizado por Gus Van Sant. Porque Psycho estará para siempre en el monte Everest de las cintas de terror psicológico, gracias a una historia elegantemente bien contada. Un grandioso montaje que se podría igualar a la hoja de un cuchillo, cortando escenas (ducha) milimétricamente debido a las exigencias de censura de la época. Con trucos e innovadores movimientos de cámara, con lo típicos cambios de argumentos a los que nos tenía acostumbrados el maestro inglés, de alguna forma poniéndonos trampas en el camino, cosa que se agradece porque a muchos realmente nos sorprendió.

Una animalista y eufórica música, que pone los pelos de punta a base de puros instrumentos de cuerda, como acertadamente eligió el maestro Bernard Herrmann, para acompañar aquellas memorables escenas que quedaran para siempre en nuestras retinas, por lo escalofriante de los acordes y por quien las elaboró fríamente en su privilegiada cabeza aportando tan bellas y macabras imágenes.
Redrum
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