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Argentina Argentina · Buenos aires
Voto de Candela :
9
Drama. Romance Jackson Maine (Bradley Cooper) es una estrella consagrada de la música que una noche conoce y se enamora de Ally (Lady Gaga), una joven artista que lucha por salir adelante en el mundo del espectáculo. Justo cuando Ally está a punto de abandonar su sueño de convertirse en cantante, Jack decide ayudarla en su carrera hacia la fama. Pero el camino será más duro de lo que imagina. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2019
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A star is born goza de salud, de genuina salud cinematográfica. Una realización que no deja de sorprender por su frescura a pesar de ser la tercera remake de este octogenario melodrama, sus dos primeros exponentes se desenvuelven en el mundo del cine (1937 y 1954), la adaptación del ´76 y la que nos compete en el mundo musical.
No es poco en los tiempos que corren. Se va cerrando la temporada de premiaciones y el reconocimiento unánime de la crítica, la taquilla –y ahora de las streaming- se encargó de subrayar la vigencia que tiene el gusto por la sordidez y el cinismo, en versión qualité de la mano del griego Lanthimos con su film The Favourite pasando por la ferviente recepción de la sobrevalorada Roma de Cuarón, dotada de un preciosismo audiovisual abrumador pero de un vacío argumental que, por más disfrazado de neorrealismo esté, no deja de ser una experiencia más sensorial que reflexiva porque poco tiene para contar.
En la flamante cuarta entrega Bradley Cooper se inicia en la dirección pero no conforme oficia también de coguionista, coautor musical, coproductor y actor protagónico. Una osadía que supera con creces.
La idea original fue concebida, en los años treinta, por William A. Wellman, uno de los directores más sensibles y agudos que dio la factoría clásica de Hollywood. Si nos trasladamos a los años de la Gran Depresión la primera versión de esta historia representó una crítica enérgica a la cultura de la hipocresía y del oportunismo que se gestaba con el star system.
Un drama que nunca apela al conflicto shakesperiano donde la competencia, la traición y los celos se presentan como agentes inevitables de los dilemas humanos. Jackson Maine, un músico country exitoso, en curva descendiente debido a sus adicciones, conoce circunstancialmente a una joven ignota pero increíblemente talentosa, el amor por la música los aproxima y Maine elige ser generosamente promotor de su meteórica carrera. A medida que avanza la trama, el ocaso de Maine se precipita de manera inversamente proporcional a la popularidad que ella comienza a saborear. Pero no es el vínculo amoroso, que honestamente los une, la razón del drama. Por el contrario, el afecto, el reconocimiento y la preocupación que se prodigan es el recodo auténtico (aunque efímero) donde ampararse. Jack es un náufrago que desea no serlo pero sus intenciones dan de bruces con sus propias fragilidades y con el entorno inescrupuloso y mezquino que rodea a la fama.
Cooper supo hacer uso de un hálito clásico compaginándolo a su original y sensible visión, el resultado: una atmósfera potente pero reposada, alejada lo suficiente de la emotividad barroca propia de cierto melodrama y logrando especialmente en las interpretaciones una solidez inusitada. Sin exageraciones ni romantización de la fatalidad.
Lady Gaga, si bien novata en el terreno lejos está de representar a la cantante que actúa; la joven Ally que encarna es tan delicadamente conmovedora como Judy Garland –en la segunda versión- lo supo ser en su Vicky Lester.
Historia que durante más de 80 años se fue moldeando en las manos de grandes guionistas, directores y actores que la han recreado de acuerdo a sus estilos narrativos y a la época: el mencionado Wellman, George Cuckor, Dorothy Parker, Joan Didion, Janet Gaynor, Fredric March, la Streisand y Kristofferson y felizmente ahora podemos incluir a Bradley Cooper acompañado por una notable Lady Gaga.
Candela
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