El señor Emmerich es fiel al patrón que cortó desde sus inicios a principios de los setenta al grupo de películas "catastrofistas", esto es: muchos efectos especiales en la medida de lo posible, actores conocidos -estrellas mediáticas si se podía, en este caso no-, trama épica familiar dentro de la catastrófica general para empatizar con lo que ocurre, maldad humana que acompañe a la terrible ley natural y al mismo tiempo gestos de bondad/altruismo que nos reconforten con nuestra especie.
Todo está rodado a la carrera, para meternos en situación y en la dimensión de lo que deben soportar nuestros protagonistas. Los actores cumplen en general con lo que se les exige, que en la mayoría de los casos es poner cara de dignidad ante la muerte inminente. Los efectos especiales a veces son espectaculares, y en otros si te fijas muestran un poco el cartón.
Para pasar el rato vale, como suele ocurrir con la filmografía del señor Emmerich. Lejos de la mejor del género en mi modesta opinión "El coloso en llamas".
Nota: 4,85.