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España España · barcelona
Voto de avanti:
6
Fantástico. Comedia. Terror La familia de un hombre de negocios lo convence para que compre un antiguo castillo en Escocia, lo desmonte pieza por pieza, lo traslade en barco hasta América y allí lo reconstruya de nuevo. Pero con el castillo viajará también un centenario fantasma que ha aterrorizado durante siglos a sus propietarios. (FILMAFFINITY)
22 de junio de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
The ghost goes west (El fantasma va al oeste) (1936). Es una película de René Clair, cineasta, ensayista, escritor, guionista, colaborador de publicaciones, innovador en el tratamiento de la imagen, un gran director de quien Berlanga le tomó como un referente en la forma de entender el cine. La influencia del cineasta francés fue multidireccional, citando entre sus grandes obras Entreacto (1924), Bajo los techos de París (1930) o su pictórico film Fiestas galantes (1965).

Entre singulares tartanes escoceses el realizador nos muestra a dos clanes enfrentados: los Glorieu y los McLaggen por un tema de honor. El patriarca de los Glorieu (Morton Selten), no verá su final hasta ver a su hijo involucrado en la guerra, al parecer honor y orgullo es lo que impera entre clanes. El patriarca de los McLaggen (Hay Petrie), anuncia al clan de los Glorieu su disposición a luchar por Escocia, acusándolos de cobardes, lo que supone una afrenta que el joven Murdoch Glourie (Robert Donat),reclamado ante la presencia de su padre, deberá solventar para salvar el honor de su clan.

La realidad nos muestra en el mismo campo de batalla que la debilidad del joven Murdoch por el amor al sexo opuesto no se le puede resistir ante cualquier otro tipo de premura, haciendo que durante el amoroso incidente con una bella Pastora (Patricia Hilliard) y como consecuencia además de un irresponsable descuido, sea descubierto indefenso por los McLaggen, finalizando el entuerto en el peor de los incidentes posibles, por lo cual, su alma, después de una seria conversación con su etéreo espíritu paterno, quede condenada a vagar por el limbo del tiempo hasta que el honor de los Glorieu sea debidamente restituido.

Rozando lo esperpéntico, René Clair soluciona un tema comercial con el traslado del gigantesco castillo de los Glourie a América, y el caprichoso objetivo de convertirlo en reclamo para sus respectivos negocios a lo que muestra su total desacuerdo el ancestral fantasma. Instalados en el siglo XX, acreedores, proveedores, mantenimiento y personal, obliga a Donald Glourie (Robert Donat) que no pasa precisamente por su mejor momento, a vender el castillo a la interesada compradora Peggy Martin (Jean Parker) mediadora de uno de los dos excéntricos empresarios americanos: el orondo Joe Martin (Eugene Pallette), el otro es el oportunista y revanchista Ed L. Bigelow (Ralph Bunker).

Durante el viaje se asiste a una serie de acontecimientos que recuerdan una cuenta de honor pendiente entre clanes obligando a cualquier descendiente de los McLaggen a rectificar su afrenta a los Glourie. El azar pondrá en el camino del bicentenario fantasma la posibilidad de saldar finalmente la cuenta con el clan contrario. Una vez instalados en la soleada Florida, se producen los acontecimientos necesarios entre alocadas situaciones que revierten en las acciones necesarias para solucionar el ancestral problema.

A pesar del relativo éxito que en su momento tuvo la película, no fue suficiente en su ascendente carrera de éxitos cinematográficos, teniendo que emigrar a los Estados Unidos y más tarde volver a Francia para trabajar con el color, ser miembro de la academia francesa, descubrir a Brigitte Bardot y presidir el festival de Cannes entre muchas otras actividades que no dejaron de pasar (además de por el cine) por la literatura y el teatro. Debemos destacar su magnífica herencia cinematográfica (sobre la treintena de metrajes) que se han convertido en material de obligada revisión para toda persona que desee conocer uno de los pilares más innovadores y evolucionados del cine europeo en el creativo René Clair.
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