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España España · barcelona
Voto de avanti:
8
Drama. Romance Una joven que aspira a triunfar en el mundo del espectáculo llega a Nueva York. Allí encuentra dificultades y peligros que no esperaba, pero desea abrirse camino como actriz a toda costa. (FILMAFFINITY)
9 de noviembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bregado en la televisión en los primeros años de su carrera cinematográfica y, después de rodar la monumental Doce hombres sin piedad en 1957, Sidney Lumet se enfrascó al año siguiente con Sed de triunfo, remake de Morning Glory (1933) protagonizada por la genial Katharine Hepburn (con gran triunfo por su interpretación) y dirigida por Lowell Sherman sobre la obra de mismo nombre que la dramaturga Zoe Akins escribiera en su día.

La música de Alex North nos abre el idílico paseo de Eva Lovelace (Susan Strasberg) por las candilejas de los numerosos teatros que la rodean, su único propósito es interpretar, un objetivo que de forma ininterrumpida, desde el nacimiento del teatro, se da en cualquier época, en cualquier momento. Se trata de un mundillo nada alejado del resto donde el reto es conseguir una audición y la oportunidad de desarrollar las cualidades interpretativas.

Lumet añade al metraje personajes necesarios en el tortuoso camino de la interpretación, el triunfo y del reconocimiento actoral de una vocación inequívoca donde el actor veterano Robert Harley Hedges (Herbert Marshall), el curtido productor Lewis Easton (Henry Fonda), el escritor y libretista Joe Sheridan (Christopher Plummer), o la diva subida de ego Rita Vernon (Joan Greenwood), se convierten en escalafones habitualmente necesarios para todo artista de la escena con pretensiones de interpretar las obras literarias y teatrales de cualquier época y estilo.

El realizador, como no podía ser de otra manera, desarrolla contenidos repletos de educadas tiranteces entre las relaciones, respetuosos rechazos de las pretensiones de la perfecta desconocida, exigencias irrealizables de la diva y sus caprichos y, cómo no, el momento idóneo de la oportunidad para la aspirante desconocida, donde confluyen las energías del rechazo y la exigencia veterana, frente a la realidad y los miedos de la debutante.

Se trata pues de una magnífica película donde la interpretación de Susan Strasberg alcanza cotas de emotivos e inolvidables momentos propios de su apellido, junto a grandes figuras reflejado en la solidez interpretativa de Herbert Marshall, Henry Fonda, la temperamental Joan Greenwood y el debutante para el cine Christopher Plummer.

Hemos de mencionar, además, a los numeroso secundarios (más de una quincena) entre los cuales Constantine (Daniel Ocko) o Frank (Jack Weston) que con sus interpretaciones escenifican las interioridades del teatro, las bambalinas de las esperas o los ensayos del elenco que una vez más han de levantar el telón que separa dos mundos: el real en el patio de butacas y el interpretativo al otro lado del telón fusionándose todo en diarias e irrepetibles emociones creativas siempre compartidas.
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