Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Strhoeimniano:
10
Drama. Fantástico George Bailey (James Stewart) es un honrado y modesto ciudadano que dirige y mantiene a flote un pequeño banco familiar, a pesar de los intentos de un poderoso banquero por arruinarlo. El día de Nochebuena de 1945, abrumado por la repentina desaparición de una importante suma de dinero, que supondría no solo la quiebra de su banco, sino también un gran escándalo, decide suicidarse, pero cuando está a punto de hacerlo ocurre algo extraordinario. (FILMAFFINITY) [+]
19 de enero de 2006
57 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que todas las navidades nos quejemos de la sobredosis familiar, alimenticia y etílica propia de esas fechas. Tendremos razón; pero no encontraremos argumento alguno para quejarnos de otra reunión ya familiar: sentirnos más vivos que nunca viendo “¡Qué bello es vivir!”
La película es una comedia fantástica, tomando este adjetivo en todas sus acepciones. Por una parte, Capra logra, sin artificio alguno, sostener una historia insostenible e increíble, incluso débil y ridícula; pero tan plagada de sensibilidad, que lo ridículo pasa a encantador y lo increíble a posible, pues lo hemos visto, lo hemos disfrutado. Por otra, consigue crear un cóctel hecho de ingredientes que chirriarían entre sí, pero que aquí se armonizan perfectamente. “¡Qué bello es vivir!” tiene todo: drama, aventura, comedia y fantasía; este último elemento, introducido con una naturalidad tan conseguida que cuando vemos la película no caemos en la tentación de decirnos: “Eso es imposible”, sino que está tan genialmente escrita y narrada que no queda otro camino que el propuesto por F. Capra.
Y esto lo logra no mediante esa dirección inapreciable que tienen los clásicos y de la que Capra era uno de sus mejores maestros. Capra sabía dónde colocar la cámara, cuándo cortar, cómo montar, cómo dirigir a los actores. ¿Qué decir de ellos? J. Stewart está fabuloso, rebosa naturalidad, es G. Bailey, no hay otro. Sus primeros planos estremecen, consigue atraparnos de tal manera con su actuación, que lo que el goza y sufre, lo gozamos y sufrimos nosotros. También está otro viejo conocido de Capra, ahora haciendo de malo, malísimo: L. Barrymore; y un espléndido, y sobre todo entrañable, H. Travers en el simpático papel de ángel sin alas.
“¡Qué bello es vivir!”, como gran parte de las películas de Capra, es un canto a los héroes anónimos que caminan por la calle, que como Bailey no son conscientes de que gracias a ellos el mundo no se convierte en un “Poterville”.
¡Gracias, Capra, por hacer un clásico tan rotundo!
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow