Por fin llega a nuestras pantallas la última película de Tom Hardy. Esta vez, interpretando al famoso gánster italoamericano, Al Capone. Dirige Josh Trank, director “maldito” desde su última película “4 Fantásticos” (2015), ya que fue apartado hasta de una producción de la franquicia Star Wars por sus malas críticas y sus salidas de tono hacia su propia película. Pero eso es otro tema.


Capone (“Fonzo” anteriormente), cuenta los últimos días de vida del gánster. Tras 10 años en la cárcel, sufre demencia y neurosífilis a sus 47 años.


Tras leer varios comentarios negativos, me sorprende. No sé que esperaban. No es una película de mafia, acción, dinero o drogas. Es un drama biográfico, donde Tom Hardy hace un papel BESTIAL. Lleva todo el peso de la película, se la echa a las espaldas sin pestañear. Sus movimientos, su mirada perdida, su balbuceo. La historia no engancharía sin una interpretación de este nivel. Él es la película. No hay más. El resto del elenco está de adorno, cumple su función. Esperaba más de Kyle MacLachlan y Matt Dillon.
Es una película loca, rara, que juega a despistar al espectador con frecuencia. La historia es simple, pero intensa. Por momentos no sabe lo que quiere ser, si un drama biográfico, una comedia en ocasiones hilarantes o incluso terror, pero me gusta. Es algo diverso, ha quedado una extraña película que merece la pena su visionado, aunque sea por Tom Hardy.
Es cierto que le falta completar algunos flecos de personajes desdibujados, como el del hijo perdido o el agente del FBI que queda sin cuadrar. Como también el resultado de un biopic más completo. Pero es lo que nos ofrecen, y quedo satisfecho.
A mencionar la fabulosa fotografía de los pantanos de Florida, o los enfoques a Fonzo constantemente.

Muchos no es lo que esperaban, pero las expectativas son el peor enemigo. Yo iba sin ningunas, y me ha encantado. Me hubiese gustado más.


7/10