Verónica me ha recordado inevitablemente al caso The Conjuring (Expediente Warren), el género de terror ha destacado siempre por tener mucha popularidad pero acostumbra a tener una calidad bastante mediocre de media, al menos en las últimas décadas. Así que sorprende cuando una película de miedo da el pelotazo, no sólo en taquilla, sino en crítica, y cuando te encuentras que bordea el siete en FilmAffinity, que además curiosamente ambas comparten (a día de hoy) la nota de 6,8, mientras que la inmensa mayoría de este tipo suelen estar mucho peor valoradas, esto te genera expectativas y la ilusión de ver algo innovador, pero la realidad es que ambas son la historia de siempre con un desarrollo como el resto, aunque, sin embargo, tienen una intachable producción de una calidad técnica y artística magnífica.

Verónica tiene una fotografía que es orgasmo para la retina, una banda sonora muy apropiada que le aporta personalidad, una ambientación cuidadísima, y entre otras cosas, unas actuaciones más que dignas, a destacar los más jóvenes, porque los tres hermanos pequeños están para comérselos, pero especialmente Sandra Escacena hace que la película tenga más papeletas de ser recordada gracias a su impecable y llena de magnetismo interpretación del papel protagonista.

La parte mala es bastante sintetizable, la película es cliché tras cliché, es fácil ir unos minutos por delante de lo que estás viendo, la estructura y el progreso de los acontecimientos es predecible, la fórmula está trillada, cualquier susto te lo ves venir, además que es muy fácil tirar de decibelios en vez de sorprenderte con un momento que no necesite reventarte el tímpano para perturbarte. Al fin y al cabo, las películas son las historias y la manera de contarlas, el peso mayor siempre recae en el guión. Yo esperaba ver una película que en ese aspecto fuese rompedora, pero no ha sido el caso.

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