Aunque no lo parezca, es el primer largometraje del director Paul Urkijo, quien demuestra una enorme madurez a la hora de adaptar libremente la leyenda de "El herrero y el Diablo".

La representación de este infernal relato no sería posible sin una buena ambientación, y lo consiguen con creces gracias a un diseño de producción magnífico, a un trabajo de maquillaje increíble y a una fotografía apabullante, con planos realmente impactantes en los que las luces y las sombras bailan al son de la música y de los martillazos.

Además tiene algunas pinceladas humorísticas que no desentonan y un reparto muy bien elegido que actúa con la solemnidad y la épica que requiere una historia, que tras atraparnos durante hora y media, nos deja con endemoniadas ganas de más.

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