Otra obra de la época dorada de Jim Carrey en la que saca a relucir su tremenda habilidad para generar muecas en todo su esplendor. Pero su interpretación es una vez más la garantía de éxito de la comedia. El planteamiento inicial es surrealista, pero los momentos en las que su personaje sufre arrebatos de sinceridad y no puede evitarlos generan escenas hilarantes y aptas para toda la familia. Lo más divertido es el efecto sarcástico que resulta de escuchar esos diálogos, llegando a parodiar y satirizar situaciones cotidianas. El único punto negativo es que quizás ese "chicle" se estira demasiado.

Por tanto, el desarrollo del guión gira en torno casi en exclusiva a esa especie de "maldición" que sufre el abogado, que sufre en sus carnes el no poder recurrir a su mayor vicio. En el trasfondo se refleja un poco la situación de las familias divorciadas desde el punto de vista del niño. Puede que otras películas como Ace Ventura llegaran a ser vistas como absurdas por una parte del público por la locura de su protagonista, pero en la presente es imposible que no te caiga en gracia Jim Carrey como padre de familia y abogado. Y ello a pesar de que este actor no tiene término medio: o te gusta mucho o lo detestas.