Haz click aquí para copiar la URL
Voto de GonzaloyGracias:
7
Drama En una destartalada camioneta, la compañía de teatro "Don Sancho" va de pueblo en pueblo huyendo de los acreedores y de las burlas de los lugareños que los reciben a pedradas. Cada uno de los cómicos se defiende como puede. En esa situación, unos ricachones contratan sus servicios para que les diviertan en su finca de recreo. Adaptación de una novela del escritor Daniel Sueiro ("La carpa"). (FILMAFFINITY)
13 de noviembre de 2015
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran película de Mario Camus, con guion de Daniel Sueiro sobre una obra suya. Un elenco de actores poco conocidos en general que aporta verosimilitud a lo que nos cuenta la cinta.

El título es infame e injusto con el film, pues la primera acepción del diccionario es la más usada: el que finge una cosa; en su segunda de cómicos o actores apenas es usada.

La película sigue los pasos de una compañía de cómicos ambulantes que recorren un país desolado, deshabitado, duro, que lucha día a día por tener un techo y una comida gracias a su digno trabajo. Aunque los prejuicios contra ellos persisten y los sufren en cada momento -sobre todo las mujeres- su mayor amenaza es el cambio de hábitos que hace que su trabajo interese cada vez menos al público. Contra el cine de Hollywood -ausente en la pantalla pero presente tras la misma-, solo tienen los soliloquios de Segismundo. (La amenaza del cine se representa sutilmente en ese cartel de la SEMINCI que está colgado en un café de Valladolid, cuando una de las cómicas ha decidido acabar con su hambre como sea).

Retrato desesperanzado, atroz a veces, el de estos cómicos de tumbo en tumbo por carreteras sin asfaltar, representando a los clásicos en teatrillos o atrios sin apenas público, eternos deudores de fondistas, con la espada de Damocles diaria de si habrá una cama o una cena al final de la jornada.

Un grupo de actores hostilizados por las circunstancias que vuelcan la miseria circundante sobre sus compañeros. Un retrato acerado de estas vidas, donde no falta la violencia, el deseo en forma de lujuria o el latrocinio.

Especialmente patéticas resultan la escena del streaptease contratado por un grupo de juergistas, pertenecientes a familias acomodadas (incluida una señora en silla de ruedas), que se aburren como monos y se divierten con la humillación ajena. O los días de hambre en una pensión de Valladolid durante la semana santa -en la que no se podía representar-,contada por el director de tal forma que produce angustia y claustrofobia. Genial y delirante efecto del hambre es el baile desgarrado y febril de uno de los cómicos. (Argucia de Camus para incrustar un numero de baile flamenco, pues unos de los actores era un bailaor).

Extraordinaria película, mal conocida, radical en su propuesta, rara -el productor era Iquino- y que es uno de los mejores filmes españoles de la posguerra civil: trasunto perfecto de la sociedad de la dictadura a inicios de los años sesenta (S. XX).

Fernán-Gómez retomaría el asunto para hacer El viaje a ninguna parte. Contando el final de la vida de estas compañías de cómicos desde la distancia y con cierto humor negro.
GonzaloyGracias
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow