Cuando la vi, no me podía creer que fuera una de las películas favoritas de Tarantino el año que se estrenó, lo que nos deja claro que no todos los genios tienen por qué tener un buen gusto cinematográfico; ya lo había demostrado con personajes como Robert Rodríguez o Eli Roth, cuyo talento es, como poco, cuestionable.
Particularmente, no le he pillado el punto a esta película porque hay que tener muy mal gusto para intentar mezclar un tema tan truculento, tan desagradable, tan deleznable y repugnante como la pedofilia con el humor, por muy negro que sea. A ellos les habrá parecido gracioso pero a mí no. Pero probablemente sea porque no tengo el nivel intelectual para apreciar ese fino humor o porque soy granadino y tengo mucha mala follá, pero no me hizo ni puta gracia ni me gustó nada. Quizá sea porque nunca acierta con el tono. Pero seguramente sea cosa mía.