La primera película con tirón comercial del ahora muy solicitado Joe Carnahan fue este sucio thriller policiaco que tuvo algunas buenas críticas. Fue tal el impacto que causó el film que sirvió para que Tom Cruise se fijara en él para que dirigiera la tercera parte de su “Mission: Impossible” aunque al final se decidiera por J.J. Abrams.
Se trata de una película policial en la que un agente ha de investigar el asesinato de otro policía y en dicha investigación el sospechoso principal es su antiguo compañero. Con momentos de violencia bastante explícita, logra mantener el interés en todo el metraje llegando a un clímax, si no impactante, sí algo inesperado y con un ritmo y un montaje endiablados. En su época se la comparó con “Training day”, con la que tiene no pocos elementos en común (agentes que están sobre la fina línea que separa lo legal de lo ilegal) pero es menos efectista a la vez que menos interesante
Hay que destacar también la fotografía, con ese color ocre, grisáceo, como todos los personajes de la película y a la pareja protagonista que realizan un trabajo serio: Jason Patric no ha roto en el actor que se creía que iba a ser y seguramente sea el último papel de Ray Liotta con algo de calidad.