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España España · Zaragoza
Voto de Lobech:
1
Ciencia ficción. Acción Cuando Sam Flynn (Garrett Hedlund), un experto programador de 27 años, investiga la desaparición de su padre, Kevin Flynn (Jeff Bridges), se encuentra de repente inmerso en un peligroso y salvaje mundo surrealista, un mundo paralelo donde su padre ha vivido durante 25 años. Con la ayuda de una joven (Olivia Wilde), padre e hijo emprenden un viaje a vida o muerte, a través de un sofisticado universo cibernético. Secuela del clásico de culto de 1982. (FILMAFFINITY) [+]
28 de diciembre de 2010
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nostalgia, esa sensación de la que… no, espera, este discurso ya lo he utilizado antes, así que no vamos a repetirnos y vamos directamente al t(ur)rón. Y nunca mejor dicho.

“Tron Legacy” es una película que marca un nuevo standard en cuanto al cine con CGA, eleva el listón por encima de las posibilidades de los hipotéticos hijos de Bubka e Isinbayeva y hace que merezca la pena la entrada para ver semejante derroche de efectos especiales en un glorioso 3D. Claro, que ahí es donde mueren las buenas noticias porque yo, joven e impresionable, iba por primera vez a dejarme 10,20 euros en taquilla para disfrutar de las gafas-de-sol-que-no-sirven-para-el-sol. En “Sweeney Todd” me dejé algo más de 10,20, pero los nachos me duraron más.

El 3D impresiona, estaba diciendo, pero le cuesta 30 minutos casi entrar en escena, circunstancia que, pese a la advertencia previa, va generando cierta sensación de frustración y tomadura de pelo. Cuando el director se acuerda de que la peli es en 3D, comienza un despliegue de suelos pulidos que para sí lo quisiera la señora de la limpieza de la Estrella de la Muerte, aportando amplitud a un mundo creado a partir de la nada, un mundo que es casi tan de cartón piedra como los personajes y el guión. Vaya guión.

Cuando uno se da cuenta de que han tardado 28 años en declarar esa joya que fue “Tron” en estado de franquicia, se espera algo más. El guión comete todos los errores que se puedan cometer: la película tarda en arrancar, las escenas de acción son pasables porque la mente rellena los huecos que tanto colorín emborrona, intenta explicar y establecer normas del universo que nos plantea para violarlas una a una de manera sistemática, los diálogos son de traca, se complica la trama y la vida pero no cubre los huecos que se emperra en abrir, deja abiertas puertas a (God forbid) posibles situaciones futuras y todo desprende tufo a Deus ex Machina, a previsible, a conveniente. Todo increíblemente (por el lado incorrecto de “increíblemente”) interpretado por unos personajes que comen en plato aparte.

Los personajes dan risa y pena a partes iguales: Obi-Wan Yefbriches pide a gritos que lo devuelvan a los años 80 y las cintas de Enya; Sam Flynn pasa de torpe infórmatico a héroe de acción sin necesidad de cambiarse el Spandex; Thirteen pretende ser inocente y vital pero es infantil y cargante, amén de dejarse chulear y que le cambien el nombre a cada escena, de “Guarra” a “Curra”; el Yefbriches digital da el pego en las primeras escenas, pero después se le ven las costuras, como si en vez del tren al portal hubiera cogido el Polar Express; Daft Punk hacen de Daft Punk y el resto de los personajes naufragan entre el arquetipo, el quiero y no puedo y la previsibilidad más bostezante.

En definitiva, es una peli que recomendaría ver si lo que se quisiera es merendar FX, pero que hace que me quede a ver los títulos de crédito para insultar a todos los que han participado en semejante delito contra el cine
Lobech
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