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España España · León
Voto de bixo:
8
Serie de TV. Thriller. Drama. Comedia Serie de TV (1999-2007). 6 temporadas. 86 episodios. Crónica de la vida cotidiana y de las aventuras personales y profesionales de una familia mafiosa que vive en Nueva Jersey. Son gentes sencillas, pero implacables en sus ritos y tradiciones. La trama se basa en las confidencias del "capo" Tony Soprano (James Gandolfini) a su psicoanalista, la doctora Melfi (Lorraine Bracco). (FILMAFFINITY)
26 de mayo de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy un fan de las series de esos que ahora están tan de moda, pero en las aburridas tardes del exilio acabamos por incluirlas en un menú de sofá hasta entonces más restrictivo, sustentado por películas y documentales. Abrimos boca con la disparatada ‘Aquí no hay quién viva’, continuamos con más producto nacional, ‘7 vidas’, y así fueron cayendo series de distinta nacionalidad, época y raza: la ocurrente ‘Frasier’, la mórbida ‘CSI Las Vegas’, la histórica ‘Yo Claudio’, la no tan histórica ‘Roma’, así como series documentales que abarcaban las más dispares temáticas.

Las series pasaron a formar parte de nuestras vidas como una especie de ritual y se hacía necesario navegar por la web a la búsqueda de nuevos descubrimientos que alimentasen esas horas de ocio. Un día, por casualidad, me vino a la memoria la serie preferida de uno de mis mejores amigos, el cinéfilo de la pandilla. La verdad es que a primera vista no nos sedujo demasiado, pero las críticas eran estupendas y nos forzamos a verla.

El capítulo piloto nos dejó desconcertados. No es lo que esperábamos de una serie de mafiosos. El protagonista era un hombre gordo y feo que lloraba por unos patos y descargaba su pena en el gabinete de una psiquiatra, ¡y ese era uno de los tipos más importantes y peligrosos de la mafia de New Jersey! Tampoco me convencía el tupé que ostentaba uno de sus socios, pero el caso es que, poco a poco, los diferentes personajes se fueron colando en nuestra casa, cogieron confianza, hasta se hacían ellos mismos el café, y al final de la primera temporada queríamos más.

La serie avanzada y, lejos de decaer, ganaba en fuerza. En una ocasión dimos un brinco sobre el sofá al coger al vuelo un pequeño detalle apenas insinuado que justificaba toda una cadena se sucesos anteriores. Luego los brincos se repitieron y aumentó su frecuencia hasta que un buen día fuimos plenamente conscientes de que aquella serie era un milagro, una improbabilidad en la era del ‘fast-food’.

Llegó el día de enfrentarnos al último capítulo de la última temporada. ‘Los Soprano’ nos había regalado tan buenos momentos que poco importaba sin el final era más o menos brillante, nos acomodamos para disfrutar como un día más, apenados un poco, eso sí, conscientes de que su pérdida sería irremplazable. Y así trascurrieron los minutos, como siempre, en familia, hasta que en el último segundo…
bixo
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