Si algo dejaban patente tanto el comeback de Arnie en 'The Last Stand' como sus puntuales incursiones en el universo mercenario de Sly es que sus días de superhombre que marca las diferencias en solitario ya eran historia, conformándose con, en peor o mejor compañía, saliendo de la taquilla escaldado o bien moderadamente satisfecho, ir reforzando una avanzadilla con tropas a la altura de las circunstancias chusqueras:
"- ¿Por qué te tatúas una po**a en la espalda??
- No te enteras, es un soldado caído.
- Pues se parece a una po**a.
- ¡Ha hablado la experta!"
Olivia Williams ('The Crown') ejerce de contrapunto trajeado y burocrático (pero de campo cuando le toque empuñar las armas) en una premisa que al Chuache tampoco le es desconocida precisamente: la del equipo de guerra sistemáticamente atacado y perseguido tras el ¿cumplimiento? de una misión. Ni Mireille Enos ('The Killing'), ni Terrence Howard ('Iron Man') o, menos todavía, Sam Worthington ('Avatar', 'Furia de Titanes'), Joe "deathstroke" Manganiello o Josh Holloway ('Lost') actúan de meros adornos sin pedigrí testosterónico cuando el bache argumental en excesivos recesos con parloteos interrogatorios no asoma la pata.
Posiblemente 'Corazones de acero', con más razón que ésta, sea el principal argumento por el que 2014 continúa siendo un año para enmarcar en la carrera de David Ayer. Sigue apeteciéndome muchísimo ver su montaje de 'Suicide Squad', por cierto.
A los fans del Arnold inmiscuído en productos garrulos, más salvajes, explícitos, gore y pasados de rosca les gustará mucho más que lo que vendria en adelante.
Pero repito, muchos interrogatorios.