¿Alguien, de entre los cuatro gatos que todavía nos tomamos la molestia de ver los thrillers directos al mercado doméstico en los que participa Antonio Banderas tiene la gentileza de explicarme de qué coño va esto?? Por lo que deduzco, la idea consiste en endosarle al malagueño un perro anabolizado con el que participa en peleas ilegales y, para proteger el botín obtenido en ellas, empuña las armas contra John Malkovich -con cara de que se la suda todo bastante- y Adrien Brody -con coleta postiza (¿?) y su expresión de siempre, la de no haber comido en dos días- en una nave abandonada en la que se esconderán tras cometer un atraco.
Efectismos. Golpes de sonido. Disparos. Ruidos de algo que se arrastra y regurgita. Antonio Banderas disparando con una metralleta y hablando lo justo. Mientras tanto, van sucediéndose un puñado de flashbacks innecesarios donde Malkovich, Brody y un desnortado Rory Culkin van relatando las anécdotas -todas sobre perros- de relleno argumental más estúpidas desde que Phoebe Cates le contó a Zach Galligan cómo murió su padre tras quedar atrapado dentro de una chimenea en 'Gremlins'.
Al final, el peligro más amenazante en este guirigay es el aburrimiento que se adueña del relato entre los contados instantes donde acontece algo reseñable.
Producen Saban Films y Millennium Media, productoras de entre las cuales acostumbro a temer todo lo que sale de una y a retozar cual cerdo en una charca con (casi) todo lo que provenga de la otra.