Como siempre digo, no hace falta mucho para ser feliz. Una historia sencilla y excelentemente contada en apenas 80 minutos de metraje, un Mickey Rooney imperial en ese papel de hombre apocado, tímido, acomplejado y tierno al mismo tiempo, unos actores que le dan la réplica bien (excelentes Dianne Foster y Kevin McCarthy) y listo, a gozar. Muy maja película este noir playero del binomio Blake Edwards-Richard Quine, olvidada en la noche de los tiempos, y que desde luego no merece ese olvido. Muy recomendable para amantes del negro (y para los demás también).