Peter Yates nos brinda una de las películas más "especiales" de la década de los 80. Una aventura épica en la misma dirección de producciones como Cristal Oscuro, La Historia Interminable o Willow pero desde un punto de vista más fantástico.

Y es que en 1983 los coletazos de Star Wars eran fuertes. Krull es como un Star Wars medieval, con alienígenas invasores como enemigos pero que portan igualmente armas láser que llenarán nuestras pantallas de destellos y sonidos estridentes procedentes de otro mundo. Es como si cualquiera de esas películas anteriormente citadas hubiera tenido un hijo con George Lucas y, sin ser tan infantil, nos hubiera dado una especie de cuento donde el príncipe/rey va a salvar a la princesa/reina de las garras de un dragón, sólo que aquí el dragón tiene una fisionomía más acorde con la paranoia alienígena que pululaba por el ambiente.

Así, en este viaje para llegar a la fortaleza oscura y salvar a su amada, un muy estupendo Ken Marshall se rodeará de todo tipo de criaturas mágicas (cíclopes, hechiceros y demás roles típicos del género) y no tan mágicas (Liam Neeson). Atravesará pantanos y tendrá que hacer una serie de pruebas como si de un Hércules se tratara. En definitiva, una estructura clásica de película de aventuras pero con una fachada que mezcla géneros muy dispares. Krull tiene además el honor de tener unos efectos especiales bastante decentes, quedando por encima de la mayoría de las películas ochenteras.

Si eres un amante del cine fantástico es una muy buena opción. Si por el contrario ya consideras que estas películas tienen poco que ofrecer Krull no será la que te hará cambiar de opinión.