No quedé extremadamente prendido de la historia de la película, pero sí de su fotografía. Quedé muy impactado por diversas escenas, por cómo en pleno 2019 consigue provocar verdadera inquietud apoyándose en una iluminación sobresaliente y unos planos verdaderamente punzantes que transmiten más que cualquier diálogo.

Los ojos sin rostro tiene más valor cinematográfico que otra cosa, aunque también sirve como ejemplo de que se puede hacer buen terror contando un relato casi de cama, de hoguera y de leyenda urbana en lugar de algo más explícito.