No se me ha ocurrido otra cosa que utilizar el lenguaje torero para describir lo visto ayer en el pase de las ocho y diez de la tarde. Quizás no se me ocurre nada original porque es tan poco lo que me ha transmitido éste último trabajo de PACO PLAZA que me encuentro como si estuviese escribiendo éste comentario ante el teclado a cámara lenta y con poca ganas, para que negarlo. Es posible que el inusitado interés que parece haber despertado VERÓNICA entre la crítica especializada y el público, a tenor de lo visto y leído estos días, me haya dejado una especie de disgusto por no entender cómo, a veces, me sitúo tan lejos de la opinión generalizada y eso me llega a producir cansancio y hartazgo, aparte de cierta preocupación, no voy a negarlo.

Después de ROMASANTA y REC que me parecieron ambas películas dignas y novedosas incursiones al cine fantástico y de terror made in Spain, esperaba algo similar, como mínimo, pero me he encontrado con una cinta muy floja en los aspectos en los que se la suponía fuerte; tensión, terror y miedo, así como muy poco original en el planteamiento argumental y el desarrollo de la trama que asombrosamente logra sus mejores momentos cuando abandona el género para el que ha sido concebida y se recrea en el retrato de los miembros que componen la familia de la protagonista, para mí lo mejor del film, sin duda, todo lo demás chirría y está forzado hasta llegar a rozar lo ridículo, como por ejemplo el personaje de la monja médium o las voces en off recordándonos frases y pasajes ya pasados como si fuésemos estúpidos y no nos hubiésemos dado cuenta de la movida.

Después de la inmejorable sorpresa de LLEGA DE NOCHE o el gozoso ejercicio de estilo de DÉJAME SALIR dentro del mismo género, ésta VERÓNICA se queda en un intento deslucido y efectista, para que el aburrimiento no acabe por imponerse en una historia que podía haber llegado a mejor puerto.