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Voto de antuán:
10
7.0
59,966
Aventuras. Acción
Guerras napoleónicas, año 1805. Bonaparte domina Europa. Inglaterra consigue resistir porque es la primera potencia naval del mundo. Precisamente por eso los mares se convierten en un crucial y estratégico campo de batalla. En el Atlántico, el Surprise, un navío inglés capitaneado por Jack Aubrey (Crowe), es atacado por sorpresa por un buque de guerra francés. A pesar de los graves daños sufridos por la nave, Aubrey decide navegar a ... [+]
19 de enero de 2018
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectivamente es un 10. En todo. En cualquier aspecto de la película que esteis pensando.
Pero me voy a centrar únicamente en el sonido. Es sin duda la película en la cual he sido más consciente de la experiencia sensorial a base de sonidos.
Por ejemplo el de la madera rota por los cañonazos. Te hace sentir las astillas.
O por ejemplo la música, intercalando un score perfecto con piezas de cámara impresionantes (a mí, que no me gusta la música de cámara).
O su ausencia. Nunca se expresó el dolor en pantalla mejor que con el gemido silencioso del niño rubio. O lo que se siente cuando te cae una bomba cerca mediante la ausencia de sonido (algo explotado más tarde por Spielberg en Salvar al Soldado Ryan).
Expresar la desolación a base del sonido de las olas y la campana lejana del cambio de guardia.
O la indefensión delante de la tormenta, silvando ese viento en las velas y crujiendo el barco entero.
Perfección absoluta.
Pero me voy a centrar únicamente en el sonido. Es sin duda la película en la cual he sido más consciente de la experiencia sensorial a base de sonidos.
Por ejemplo el de la madera rota por los cañonazos. Te hace sentir las astillas.
O por ejemplo la música, intercalando un score perfecto con piezas de cámara impresionantes (a mí, que no me gusta la música de cámara).
O su ausencia. Nunca se expresó el dolor en pantalla mejor que con el gemido silencioso del niño rubio. O lo que se siente cuando te cae una bomba cerca mediante la ausencia de sonido (algo explotado más tarde por Spielberg en Salvar al Soldado Ryan).
Expresar la desolación a base del sonido de las olas y la campana lejana del cambio de guardia.
O la indefensión delante de la tormenta, silvando ese viento en las velas y crujiendo el barco entero.
Perfección absoluta.