Hasta hubiera sido bueno que como subtítulo esta película tuviera alguna cita a Saturday Night Live. Lo que aquí vemos es el desarrolo de sketches urbanos, con la ciudad de fondo y multitudes de de extras. Parece que hay un sencillo hilo conductor: el retorno a la ciudad y las relaciones entre padres e hijos. Pero de allí a que pueda verse una historia hay mucho trecho. Tal historia no existe. Y entonces nos encontramos arrojados a la suerte de que tal vez algunas de esas escenas cómicas llegue a gustarnos. A mí personalmente me han gustado un par de situaciones. De hecho, las referencias no solo a SNL sino también a comediantes clásicos como Benny Hill y al bizarro John Waters pueden contarse como influencias en la confección del filme, pero seguro todo se hace más claro al ver a muchos de los actuales miembros de SNL lavando carros con el tono lascivo de festivos degenerados.
Esta es una película que, a diferencia de la primera, no tiene una línea sólida de desarrollo, pero si llega a gustar es por el conjunto o abanico de cosas que a los personajes puede ocurrirle. Claro está, también se echa en falta a Rob Schneider.