Tal vez el exceso de expectativas, tal vez el peso del prestigio y de la obra de su director, o tal vez un mal día para verla. Pero al final, queda una gran decepción. Y no sólo la decepción, sino el mal gusto de boca por la irritación continua que el enervante desarrollo de la película provoca. La provoca una historia que se centra más en en la casualidades y los giros de guión rocambolescos que en explotar las contradicciones de los personajes y las tentaciones de cambiar de bando. La provoca unos personales planos, y que tras los minutos iniciales, se limitan a deambular por la historia según a esta le convenga. Irritación por la actuación de Nicholson: el retorno de Joker. Irritacion por la actuación de Damon: impasible el ademán ante todo y todos. Y para acabar, por su maniqueo y buen final.