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Voto de Donald Rumsfeld:
6
1935
Documental, Intervenciones de: Adolf Hitler, Josef Goebbels
7.4
5,295
Documental
Alemania, año 1934. Adolf Hitler acababa de llegar al poder un año antes. En Nuremberg, el partido nacionalsocialista celebra un triunfalista y patriótico congreso en el que se exaltan los valores del pueblo alemán y la raza aria. (FILMAFFINITY)
20 de noviembre de 2017
4 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Triunfo De La Voluntad no es un documental. No pretende informar ni enseñar; pretende manipular y adoctrinar. No es didáctico; es confuso. Intelectualmente, su valor es nulo. Y artísticamente sólo puede aspirar a la categoría de anuncio.
Quizás pueda ser el anuncio rodado con más medios, pero ni de lejos el mejor. Cualquiera de las importantes de Einstein, con muchos menos recursos, es plásticamente superior. Esta no sólo es fea, es decididamente cutre.
El Ecce homo de los documentales.
Es decir, cómo se usan los recursos formales para transmitir el contenido. Cómo los medios se adecuan al mensaje. Según Hitchcock, Truffaut, Wells o Kubrick el elemento formal más importante del cine es el montaje. ELTDLV sólo es una sucesión de escenas. Es reiterativa. Pero no tiene ritmo. No hay nexo. No hay planteamiento, ni contexto, ni tesis. Nada. Solo propaganda.
Dicen que si los encuadres, la iluminación y bla bla bla. Tan solo apuntaré que para 1935 Murnau ya había grabado su obra al completo. Por favor, Intolerancia es de 1916.
Y añado: Si con el mejor equipo técnico del mundo y sin límite de presupuesto sólo eres capaz de hacer eso, no puedes ser tan bueno.
Testosterona. Líneas rectas. Gente babeando. Antorchas. Sarta de tonterías. Gente con cara de cabreo. Tías húmedas al ver al líder. Rectángulo. Gente disfrazada. Himno. Aplausos.
Multiplícalo por un millón y ni siquiera andarás cerca.
Es tan mala y tan aposta que sospecho que ni siquiera la propia Leni podía creer en lo que hacía.
Su único valor positivo es estrictamente extra cinematográfico. En parte sociológico, en parte propagandístico. Profecía de todo lo estaba por venir. Y sigue llegando.
Más antorchas. Nos encanta la tradición. (Bueno, y también las V2 y el Zylon B). Cuadrado. Himno. Desfile. Rectángulo. Esto sí que debe ser abstracto y no de lo de Kandinski.
Juro que no me debí enterar de nada.
Eso sí: El uso del lenguaje cinematográfico estaba al mismo nivel que los monólogos. Si no fuera por lo extra, podría parecer una comedia. Chaplin, por supuesto, no tardó en darse cuenta. Aunque sus gruñidos resultaban bastante más coherentes.
Vaya cacao mental tiene el señor del bigote. O eso o es que no tiene ni puta idea de lo que está hablando.
Pobre Nietzsche ¿o se refiere a Schopenhauer? Pobre Wagner. Pobres alemanes. Pobre humanidad.
Nadie se merece ni un solo anuncio más.
Save Europe.
A ver, sí, primer plano, plano medio, panorámico, visión aérea. Pobre Wagner. Todo muy correcto. Cuadrado. Antorcha. Cántico. Pero no especialmente complejo. Bueno, mira, un romboide. He visto columnas dóricas con más grado de detalle.
Como si a Kandinski se le arrebatara el color. O a la “filosofía” de Nietzsche la poesía. O a la lógica el orden. O las palabras el sentido. O al cine el montaje.
En realidad, es una obra pionera en el uso del reciclaje. Todo es material reciclado. Y también de derribo. Increíblemente todo resulta ser melting pop sin orden alguno. Bueno, os lo advierto, hay muchos cuadrados.
A ver, ¿no se suponían que eran unos amantes del orden y la pureza? Porqué después de ver este anuncio es difícil explicar cómo podían lograr atarse los cordones. Si esta obra refleja de alguna manera el modo en que procesaban la información estaríamos hablando de un cuadro clínico muy chungo. Irreversible. Y todas luces contagioso: Michel Bay y George Lucas han manifestado los mismos síntomas. Y donde digo Bay y Lucas quiero decir Marvel.
Quizás pueda ser el anuncio rodado con más medios, pero ni de lejos el mejor. Cualquiera de las importantes de Einstein, con muchos menos recursos, es plásticamente superior. Esta no sólo es fea, es decididamente cutre.
El Ecce homo de los documentales.
Es decir, cómo se usan los recursos formales para transmitir el contenido. Cómo los medios se adecuan al mensaje. Según Hitchcock, Truffaut, Wells o Kubrick el elemento formal más importante del cine es el montaje. ELTDLV sólo es una sucesión de escenas. Es reiterativa. Pero no tiene ritmo. No hay nexo. No hay planteamiento, ni contexto, ni tesis. Nada. Solo propaganda.
Dicen que si los encuadres, la iluminación y bla bla bla. Tan solo apuntaré que para 1935 Murnau ya había grabado su obra al completo. Por favor, Intolerancia es de 1916.
Y añado: Si con el mejor equipo técnico del mundo y sin límite de presupuesto sólo eres capaz de hacer eso, no puedes ser tan bueno.
Testosterona. Líneas rectas. Gente babeando. Antorchas. Sarta de tonterías. Gente con cara de cabreo. Tías húmedas al ver al líder. Rectángulo. Gente disfrazada. Himno. Aplausos.
Multiplícalo por un millón y ni siquiera andarás cerca.
Es tan mala y tan aposta que sospecho que ni siquiera la propia Leni podía creer en lo que hacía.
Su único valor positivo es estrictamente extra cinematográfico. En parte sociológico, en parte propagandístico. Profecía de todo lo estaba por venir. Y sigue llegando.
Más antorchas. Nos encanta la tradición. (Bueno, y también las V2 y el Zylon B). Cuadrado. Himno. Desfile. Rectángulo. Esto sí que debe ser abstracto y no de lo de Kandinski.
Juro que no me debí enterar de nada.
Eso sí: El uso del lenguaje cinematográfico estaba al mismo nivel que los monólogos. Si no fuera por lo extra, podría parecer una comedia. Chaplin, por supuesto, no tardó en darse cuenta. Aunque sus gruñidos resultaban bastante más coherentes.
Vaya cacao mental tiene el señor del bigote. O eso o es que no tiene ni puta idea de lo que está hablando.
Pobre Nietzsche ¿o se refiere a Schopenhauer? Pobre Wagner. Pobres alemanes. Pobre humanidad.
Nadie se merece ni un solo anuncio más.
Save Europe.
A ver, sí, primer plano, plano medio, panorámico, visión aérea. Pobre Wagner. Todo muy correcto. Cuadrado. Antorcha. Cántico. Pero no especialmente complejo. Bueno, mira, un romboide. He visto columnas dóricas con más grado de detalle.
Como si a Kandinski se le arrebatara el color. O a la “filosofía” de Nietzsche la poesía. O a la lógica el orden. O las palabras el sentido. O al cine el montaje.
En realidad, es una obra pionera en el uso del reciclaje. Todo es material reciclado. Y también de derribo. Increíblemente todo resulta ser melting pop sin orden alguno. Bueno, os lo advierto, hay muchos cuadrados.
A ver, ¿no se suponían que eran unos amantes del orden y la pureza? Porqué después de ver este anuncio es difícil explicar cómo podían lograr atarse los cordones. Si esta obra refleja de alguna manera el modo en que procesaban la información estaríamos hablando de un cuadro clínico muy chungo. Irreversible. Y todas luces contagioso: Michel Bay y George Lucas han manifestado los mismos síntomas. Y donde digo Bay y Lucas quiero decir Marvel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Vale: Disney.
¿Quién sabe? A lo mejor es que hay que ser un poquito así para poder apreciarlo como es debido.
Tened en cuenta que el destino no está exento de ironía.
Preguntad a los palestinos.
Seguro que a los publicistas les encanta. Es la demostración patente de cómo puede existir algo cuyo mayor merito es ser perfectamente estúpido. Es decir, la prueba de que ellos también pueden tener un lugar en el mundo. Sin pies ni cabeza. Una mera sucesión de imágenes grandilocuentes y vacías, de palabras rimbombantes e incoherentes. Hay más cine en tres planos de Eisenstien que en todo este anuncio.
En verdad, un viaje alucinante a la mente de un publicista no resulta ser alucinante en absoluto. Siendo generosos podríamos decir delirante. En cualquier caso admito que produce enajenación mental.
Trata a SU público como si fuera completamente idiota.
Y también admito que en eso no se equivoca.
Por otra parte, ni siquiera Michel Bay ha logrado despreciar al espectador de manera tan rotunda. No sólo somos la chusma. Somos la chusma que aplaude al tipo del bigote. Cuadrado. Antorcha. Sucesión de rectángulos.
La puesta en escena es ostentosa, simplista, amanerada. Lo que podríamos llamar estética nazi no son más que torpes brochazos. Todo muy manufacturado. Todo muy Ikea.
Hitler resulta especialmente vulgar. Los primeros planos de él gruñendo y sudando. Inmediatamente queda claro que el tipo está muy mal. Da la impresión de ser un tanto patético. Un romántico. Más que nada, de la impresión de ser un mediocre resentido, alguien con graves carencias de autocontrol. Es decir: alguien que no es en absoluto un líder.
En realidad, queda claro tan rápido que todo es marketing (incluyendo el bigote) que eso mismo mitiga el impacto que debería producir. Es puro fanservice.
Aplausos panorámicos, rombos y banderas.
¿Quién sabe? A lo mejor es que hay que ser un poquito así para poder apreciarlo como es debido.
Tened en cuenta que el destino no está exento de ironía.
Preguntad a los palestinos.
Seguro que a los publicistas les encanta. Es la demostración patente de cómo puede existir algo cuyo mayor merito es ser perfectamente estúpido. Es decir, la prueba de que ellos también pueden tener un lugar en el mundo. Sin pies ni cabeza. Una mera sucesión de imágenes grandilocuentes y vacías, de palabras rimbombantes e incoherentes. Hay más cine en tres planos de Eisenstien que en todo este anuncio.
En verdad, un viaje alucinante a la mente de un publicista no resulta ser alucinante en absoluto. Siendo generosos podríamos decir delirante. En cualquier caso admito que produce enajenación mental.
Trata a SU público como si fuera completamente idiota.
Y también admito que en eso no se equivoca.
Por otra parte, ni siquiera Michel Bay ha logrado despreciar al espectador de manera tan rotunda. No sólo somos la chusma. Somos la chusma que aplaude al tipo del bigote. Cuadrado. Antorcha. Sucesión de rectángulos.
La puesta en escena es ostentosa, simplista, amanerada. Lo que podríamos llamar estética nazi no son más que torpes brochazos. Todo muy manufacturado. Todo muy Ikea.
Hitler resulta especialmente vulgar. Los primeros planos de él gruñendo y sudando. Inmediatamente queda claro que el tipo está muy mal. Da la impresión de ser un tanto patético. Un romántico. Más que nada, de la impresión de ser un mediocre resentido, alguien con graves carencias de autocontrol. Es decir: alguien que no es en absoluto un líder.
En realidad, queda claro tan rápido que todo es marketing (incluyendo el bigote) que eso mismo mitiga el impacto que debería producir. Es puro fanservice.
Aplausos panorámicos, rombos y banderas.