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Voto de Carla road60b:
10
6.9
36,540
Thriller
Madrid, agosto de 2007. Curro entra en prisión tras participar en el atraco a una joyería. Era el conductor, y el único detenido por el robo. Ocho años después sale de la cárcel con ganas de emprender una nueva vida junto a su novia Ana y su hijo, pero se encontrará con una situación inesperada y a un desconocido, José.
25 de julio de 2017
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La apertura de Tarde para la Ira ya es toda una declaración de intenciones, textura de 16mm y un sonido seco en un plano secuencia de un robo. ¿Quién es el protagonista de esta historia? ¿Qué motiva a un tipo de clase media-alta a relacionarse por los barrios bajos? ¿Qué se le pasa por la cabeza constantemente? ¿Por qué está tan callado? ¿Qué observa? Cuanto menos sepamos, más disfrutaremos de este viaje sin retorno hacia las entrañas del Infierno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Raúl Arévalo se ha implicado hasta el alma en una reflexión sobre las raíces, la espera paciente, la ira contenida y la venganza. El resultado es una película cautivadora, cruda, sucia, real, y con identidad propia.
Lleva consigo un trabajo de guión impecable, muy reposado y medido. Va dando información a pinceladas muy finas, con giros constantes que tienen un sentido y van llenando la historia y definiendo los personajes y sus motivaciones. Es tan gráfica como sugerente; muy equilibrada, tanto en ritmo como en la fuerza de sus imágenes y texturas. Apoyada por un sonido muy subversivo, muy profundo y sensorial; que al mismo tiempo está enlazado con efectos absolutamente realistas, descarnados, ásperos.
Los personajes no son solo lo que vemos al principio, de esa forma tan austera y casi costumbrista, jugando al mus en el bar. Están movidos y motivados por un pasado y una historia con muchas capas. Incluso los más secundarios nos ponen en un aprieto moral entre la redención y el desahogo fatal. El tema de la violencia, la furia interior; dota de poder a protagonistas muy contenidos, muy potentes y muy reales. Son creíbles y cercanos pero con un punto casi Shakespeariano, trágico. De cada mirada podemos sacar una lectura, un grito desesperado que termina por explotar en una espiral de rabia.
Se aferra a ese sentimiento de ira irrefrenable, que sale de dentro y es palpable, y lo aplica con detalle a todas sus posibilidades: la fuerza de las miradas, las atmósferas, el grano, la suciedad, los tejidos, las localizaciones, la piel, la sangre, la escopeta, la música…Es tan dura como elegante. Te atrapa desde el principio y no te suelta hasta el final.
Es la demostración más clara de que hay ideas nuevas, sangre fresca y de que el guión es la base de toda buena película. Esa espontaneidad, que muchos dan por muerta y que tanto echan en falta, tal vez resida mucho más cerca de lo que nos imaginamos. Me enorgullece ver que en España se está haciendo cine de calidad, que consigue más con menos, que llena el espíritu. Visto lo visto, no tenemos nada que envidiar a los señores de Hollywood; y el futuro de nuestro cine está en manos de una nueva generación más atrevida, más enfadada, más visceral.
Lleva consigo un trabajo de guión impecable, muy reposado y medido. Va dando información a pinceladas muy finas, con giros constantes que tienen un sentido y van llenando la historia y definiendo los personajes y sus motivaciones. Es tan gráfica como sugerente; muy equilibrada, tanto en ritmo como en la fuerza de sus imágenes y texturas. Apoyada por un sonido muy subversivo, muy profundo y sensorial; que al mismo tiempo está enlazado con efectos absolutamente realistas, descarnados, ásperos.
Los personajes no son solo lo que vemos al principio, de esa forma tan austera y casi costumbrista, jugando al mus en el bar. Están movidos y motivados por un pasado y una historia con muchas capas. Incluso los más secundarios nos ponen en un aprieto moral entre la redención y el desahogo fatal. El tema de la violencia, la furia interior; dota de poder a protagonistas muy contenidos, muy potentes y muy reales. Son creíbles y cercanos pero con un punto casi Shakespeariano, trágico. De cada mirada podemos sacar una lectura, un grito desesperado que termina por explotar en una espiral de rabia.
Se aferra a ese sentimiento de ira irrefrenable, que sale de dentro y es palpable, y lo aplica con detalle a todas sus posibilidades: la fuerza de las miradas, las atmósferas, el grano, la suciedad, los tejidos, las localizaciones, la piel, la sangre, la escopeta, la música…Es tan dura como elegante. Te atrapa desde el principio y no te suelta hasta el final.
Es la demostración más clara de que hay ideas nuevas, sangre fresca y de que el guión es la base de toda buena película. Esa espontaneidad, que muchos dan por muerta y que tanto echan en falta, tal vez resida mucho más cerca de lo que nos imaginamos. Me enorgullece ver que en España se está haciendo cine de calidad, que consigue más con menos, que llena el espíritu. Visto lo visto, no tenemos nada que envidiar a los señores de Hollywood; y el futuro de nuestro cine está en manos de una nueva generación más atrevida, más enfadada, más visceral.