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España España · malaga
Voto de alcaide:
4
Ciencia ficción. Drama. Romance En una sociedad utópica futurista, las emociones humanas han sido erradicadas y todo el mundo vive en paz. Pero cuando unas enfermedades nuevas surgen, todo cambia para el ilustrador Silas (Hoult) y su ayudante, Nia (Stewart), Ambos están infectados, y para sobrevivir deben huir juntos. (FILMAFFINITY)
12 de noviembre de 2016
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
La distopía en el Séptimo Arte suele arrojar siempre una luz brillante sobre el género de Ciencia Ficción, como anticipo revelador de un futuro que está por venir, y también, como oportunidad única para experimentar con un esquema visual lleno de matices, que entreguen a sus responsables ese deseado ejercicio de estilo que persiguen la mayoría de cineastas.

Bajo esa voluntad, intenta moverse su realizador, Drake Doremus, a partir de un guión original de Nathan Parker, que sitúa su historia en una sociedad futura en la que se han erradicado las emociones, y se respira la máxima armonía, salvo para unos pocos, que experimentan lo que se conoce como enfermedad S.O.S, que en su última fase, provoca el suicidio del individuo.

Un argumento que recuerda en exceso a THX 1138 (1971), el primer film de George Lucas tras la cámara, que ya mostraba ese mismo tipo concepto distópico, incluso en el uso de una paleta básica de colores, que al igual que ocurre con Equals, recogía el blanco como tono imperante de un universo aún más aterrador, que se hallaba sumido bajo tierra.

Pese a ello, Equals se presenta bastante más pulcra en su aspecto estético, un tono aséptico, que parece contagiar al propio argumento, del que se echa en falta una mayor dosis de crítica social y política, relegadas en favor de un concepto romántico más propio de Romeo y Julieta, que de un verdadero tratado de consistente ficción futura.

Del reparto, destacar el buen trabajo de Nicholas Hoult, uno de los actores jóvenes más prometedores de su generación, que carga con la responsabilidad de hacer creíble la inexistente química con Kristen Stewart, su compañera de baile, una interprete con un único registro facial, perdida en lo contemplativo, y en un mar de miradas que amenazan con ahogar su limitado talento. Completan Guy Pearce y Jacki Weaver en el plano secundario, sólidos actores que desgraciadamente, no cuentan con excesiva presencia.

Finalmente, y como reflexión personal, da la impresión que esta historias, en manos de Charlie Brooker, creador de la excelente Black Mirror, se hubiera ajustado a un metraje más breve, y a un tratamiento igualmente más memorable , que al menos, habría conseguido intensificar su mensaje, sin necesidad de extenderse en un desarrollo tan cercano al sopor.



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alcaide
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