La serie de Kenshin nunca me ha parecido extremadamente buena, si bien contaba con un aspecto realista poco habitual en esa época en la que triunfaba Dragon Ball y, por tanto, era relativamente original. Sin embargo, si que es cierto que justamente ese clasicismo que bebía de las películas de samuráis clásicas, ha servido para que el samurái con la cicatriz en forma de cruz haya pasado a la historia del anime.

A raíz de la serie surgieron una serie de OVAs, seis en total: las cuatro primeras son Kenshin Recuerdos, una Obra Maestra de la animación que cuenta con una historia brillante y unos personajes sumamente detallados tanto a nivel interior como de dibujo, siendo toda una experiencia verla por primera vez y siendo, ampliamente, superior a la serie que le dio origen. Las dos siguientes OVAs son la que nos ocupan, Kenshin Seisouhen, que sirven de cierre a la producción televisiva y nos muestran con una animación similar a la de “Recuerdos” el final de los personajes que protagonizaban la serie.

Centrada casi siempre en Kaoru, la bella joven que espera a que Kenshin regrese de la guerra, la historia es bastante simple y carece de una profundidad suficiente para ser totalmente destacable. Pese a que la idea es buena y el tramo final es una gozada, quedan muchas incógnitas que, de haber sido resueltas, habían situado la película entre las más destacadas películas de animación por su crudeza y realismo.

Observamos a Kenshin destrozado, cansado, enfermo, casi como un muerto viviente, algo único ya que siempre se nos ha presentado al héroe alegre o que, pese a morir infinidad de veces (¿verdad, Goku?), nunca perdía la sonrisa. Esto cambia en Seisouhen: todos los personajes están hundidos, sin excepción, y tratados de una forma bastante realista.

Esta maestría narrativa a la hora de presentarnos a los clásicos Kenshin, Kaoru o Sanosuke se cae por su propio peso ante las lagunas. Y al final de la película sólo queda un pequeño regustillo amargo de lo que pudo ser y no fue. La animación es cojonuda, como era de esperar, pero le falta profundizar en aspectos demasiado importantes. No es mala, de hecho está bastante bien y francamente pudo haber sido una cinta rodada en los años 50-60 por algún cineasta nipón por su realismo y mensaje… pero no esperéis Kenshin Recuerdos. Ni de casualidad…