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Voto de Caith_Sith:
7
Drama Libremente inspirada en un episodio que marca el fin de la carrera del filósofo Friedrich Nietzsche. El 3 de enero de 1889, en la plaza Alberto de Turín, Nietzsche se lanzó llorando al cuello de un caballo agotado y maltratado por su cochero y, después, se desmayó. Desde entonces, dejó de escribir y se hundió en la locura y el mutismo. En una atmósfera preapocalíptica, se nos muestra la vida del cochero, su hija y el viejo caballo. (FILMAFFINITY) [+]
11 de octubre de 2011
17 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿De qué color es el caballo blanco de Santiago?" es una de esas preguntas estúpidas que alguna vez se sacan a la palestra para poner en tela de juicio la capacidad de atención de aquel al que se le plantea la cuestión. La respuesta es pues tan obvia como el hecho de que Bela ya no tiene mucho que conTarr, aunque da igual porque "Turin Horse" no es tanto una historia como una experiencia; no apela por una narración sino a la captura de unos instantes. Varios días en la vida de un par de personajes atrapados en una cabaña con la única compañía de un caballo, mientras nosotros observamos su rutinario día a día y vamos ahogándonos minuto a minuto hasta llegar al desolador fundido a negro que se separa casi dos horas y media del primer título de crédito.

Lo sobrenatural es que "Turin Horse" funcione, y de qué manera, aunque requiere una implicación total del espectador. No es cine narrativo per se, hay un hilo argumental pero no hay desarrollo en un sentido estricto, así que hay que saber lo que se afronta: planos larguísimos, una experimentación formal en lo referente a la medición de los tiempos, perfectos encuadres complementados por una soberbia fotografía de Fred Kelemen, que a medida que avanza el film gana en complejidad, etcétera. Y no pasa nada si te aburres un rato (a mi me sucedió en su primer tramo, es una película durísima, en la que cuesta entrar) porque esto se ve recompensado cuando consigues ser parte de esas vidas errantes y llegas al final extasiado, sufriendo cada contratiempo y casi agradeciendo que ese fundido a negro llegue, para poder volver a coger aire y seguir con lo tuyo. Cine que parece contemplativo, de "mirar", pero en que verdaderamente lo importante es "ver". Y como en la pregunta del caballo blanco de Santiago, "oir" no lleva a la respuesta, sino que lo que da acceso a ella es saber "escuchar". Buen cine, en definitiva, que sabe recompensar al espectador paciente con momentos de gran fuerza.
Caith_Sith
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