Parece ser que está de moda modernizar y hacer más adultos los cuentos de antaño. En un principio, la idea es entre loca y atractiva. El único problema es sufre de ese síndrome crepusculiano para atraer a los más jovencitos (y sobre todo jovencitas) de los espectadores.

Un pueblecito en una época medieval (o por el estilo) que está aterrorizado por un hombre-lobo, al que le dan sacrificios animales por la supuesta paz. En el pueblecito vive una joven enamorada de un joven, pero a ella la quieren casar con otro joven. Al menos, los dos jóvenes están de buen ver. Ahí tenemos el típico triángulo amoroso que ya hemos visto cientos de veces y después llega Gary Oldman haciendo de un loco de la inquisición. Verdaderamente, es difícil no odiar algún personaje de la película.

No todo es malo, tiene algunas ideas buenas. Las anologías con el cuento original también molan, y ante todo, la fotografía. Un paisaje nevado con una jovencita que lleva una capa de rojo sangre. Es perfecto, casi como un sueño húmedo.