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España España · Madrid
Voto de Argay:
8
Acción. Thriller Tras eliminar a algunos miembros de la banda que intentaron asesinarla el día de su boda, "Mamba Negra" (Uma Thurman) intenta acabar con los demás, especialmente con Bill, su antiguo jefe (David Carradine), que la había dado por muerta. (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2007
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos aquellos que critican a Tarantino por hacer un cine de laboratorio, artificioso, alejado de la realidad, y en ocasiones excesivamente violento, pueden afilar sus cuchillas, Kill Bill es la película que confirma su desdicha. Tal vez, lo que no entendieron es que para el autor de Pulp Fiction el cine no está ni por encima ni por debajo de la vida: el cine ES la vida.
Tarantino crea una algarama de estilos tan diferentes unos con otros, que cuando termina la película concluyes que el mismo ha inagurado un género propio. En realidad, lo que tenemos aquí es la autobiografía del director, que significó la irrupción mas salvaje del cine de los noventa, y que aún hoy continúa marcando en sus películas, un espacio atemporal donde crear el cine que alejado de la mira global de los 80, fue alimentado los estantes de los videoclubs. Allí es donde él actúo como un aprendiz sediento de conocimientos, y sin un maestro que le dijese que ver y que no, entendió que era en la Nouvelle Vague de Godard, el cine de artes marciales de Bruce Lee, la ciencia ficción de serie B, el spaghetti western de Sergio Leone, la blaixpotation y el cine negro de los 50 donde se podía observar la verdadera riqueza del cine. Quizás alguien debió decirle que entonces lo que se llevaba era el Padrino de Coppola, E.T de Spielberg, La Naranja Mecánica de Kubrick, y la Guerra de las galaxias de mister Lucas...
En Kill Bill hay referencias a todo lo que significó objeto de estudio y fanatismo por parte de Quentin, así no sólo encontramos cientos de tributos a sus mayores idolotrados, sino que también sujeta su obra en el estilo visual del comic, y se parapeta en la cámara para dejar que sea su musa, Uma Thurman, la que luche contra sus propios fantasmas. Y es que si esta película tiene rostro, ese es el de Uma Thurman, que borda un papel, que Tarantino escribió más pensando en ella que en él mismo. Eso si da gusto observar, como a pesar del portento visual que acomete en la película, dotándola de una fuerza y un estilo que ya quisiera para sí la mayoría de grandes del cine, no se permite el lujo de atrincherarse en la excusa formal que han usado tantos directores, y realiza un trabajo de actores impecable. Así David Carradine deja frases y sentencias que ya pertenecen a la historia del cine (el monólogo de Superman es tan fascinante como desesperante). Y Michael Madsen demuestra que en 15 minutos se puede hacer más que en trabajos protagonistas.
Es casi imposible reconocer todos los tributos que Tarantino rinde a sus mayores, sobre todo teniendo en cuenta que la banda sonora plantea, al mismo ritmo frenético que sus imágenes, un correlato que enriquce y multiplica su signifcado.
Y es que dejando a un lado la creación de otra obra maestra, que obviamente lo es, Tarantino ha realizado la muestra mas personal y descarada que ha dado el cine en los últimos 20 años.
Argay
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