Extraño, porque Paul Schrader abusa de unos brutales cambios de color en la fotografía de su película. Tan pronto tenemos planos luminosos, en rosa, amarillo o blanco cegador, como salta a una secuencia totalmente oscura. Eso, junto con los planos desenfocados, hacen de "Dog eat Dog" una película que, quizá, no guste a todos.
El argumento, pues apenas existe, básicamente consiste en seguir las andanzas de tres delincuentes habituales que sólo buscan ganar dinero de cualquier manera, pero que igual que lo ganan, lo derrochan con la misma facilidad en alcohol y drogas. Tipos sucios y violentos, sin código ni ética, con apodos como "Mad dog" o "Diesel" de esos que se ganan a base de una vida de criminales reincidentes.

A la violencia, sumar las gotas de humor negro que la cinta sabe dosificar. Pero lo mejor son las interpretaciones. Willen Dafoe es un actor que nunca defrauda, da igual el registro que tenga su personaje. Y Nicolas Cage, me ha sorprendido para bien. Sus tres últimos trabajos recuperan a un actor que yo ya daba por perdido. Sin alcanzar el nivel de principios de su carrera, el actor de nuevo se toma en serio su trabajo, y los espectadores lo agradecemos.

Lo que menos me ha gustado es la irregularidad. Su brillante comienzo, con un William Dafoe desatado y sus 15 minutos finales, son muy superiores al resto de la película.