Está claro que a Paco Plaza le ha venido bien inspirarse en los grandes éxitos del terror reciente para componer una atmósfera oscura e inquietante, donde lo cotidiano adquiere formas y sonidos de ultratumba.
El gran logro es sin duda la meticulosa recreación de la época ( atentos a la música ), y la exactitud a la hora de reproducir los hechos en los que se inspira.
Esta película es ante todo una especie de viaje entre la niñez y la madurez, etapa en la que exploramos y conocemos infinidad de sentimientos, incluidos el miedo, y donde su protagonista, bastante correcta en su interpretación, nos traslada a esa especie de locura sobrenatural en la que se sumerge de forma obsesiva.
Quizás le falta un poco más de contención, y le sobra decoración a la hora de poner en marcha toda la parafernalia paranormal.