Jaume Balagueró: «Cuando tenía nueve años tuve bronquitis aguda y pasé seis meses en un hospital. Una noche, alguien me contó un secreto. Era la terrible historia sobre ese centro. Algo que tenía que ser susurrado al oído porque era demasiado horrible. Algo que había sucedido en algún lugar del edificio años atrás y que había pasado de niño a niño como un rumor. Ahora, 25 años después, quiero contar la historia de la misma manera que alguien me la contó a mí.»

Ni que decir tiene que la premisa es en sí tremendamente efectiva y precisa pero al ver “Frágiles” y su resultado final uno piensa que en absoluto le han acojonado y mucho menos sentido terror. La idea era que el espectador sintiese el mal de MacCune Albright en su misma columna vertebral, que los dientes en las salas del cine estuviesen a punto de reventar por una crisis colectiva. Balagueró no se ha acercado a eso hasta “[•REC]”.

Pese a enlazar con “Suspense” de Jack Clayton, las enfermeras no están sacada de ningún Silent Hill y ese hospital se encuadra en los cánones habituales del género como lugar encantado. Los únicos pálpitos seguramente fuese del equipo de rodaje cuando apareció por ahí Harrison Ford.