El matón Roy (Ben Foster) consigue escapar de una emboscada en un atraco que sale mal, viajando a Galveston, ciudad natal dónde se refugiará y urdirá su posterior venganza contra sus antiguos jefes los indeseables que le han puesto en el alambre. En su viaje se hará cargo de Rocky (Elle Fanning), joven escort cautiva que se responsabilizará de su hermana pequeña y que entablará con Roy una inesperada amistad. Un duro relato de venganzas en la sórdida y agresiva América rural. Viaje de dos desgraciados buscando la redención. Una película de Elle Fanning en la que, aún estando ella tan bien como siempre, no es la que más brilla, labor que recae en un Ben Foster hosco, rudo y tan violento como de gran corazón. El trabajo fotográfico nos brinda hermosos planos, y el trabajo de localizaciones del equipo de producción nos brinda escenarios de la América rural que definen de un vistazo el espíritu de la película. Filme seco, muy directo en su manera de representar la violencia, decisión creativa que le hace un gran favor. El filme guarda en su tercera parte una secuencia realmente vibrante: un plano secuencia que se beneficia cinematográficamente del aspecto físico de Roy. Una película, que, aún entre sicarios, maleantes y gentes de vidas grises, no descuida un fondo de corazón y ternura que cala sobre lo demás.

Pocas veces leerán a este redactor referirse a esto como un defecto, pero los 93 minutos de duración le hacen a esta película un flaco favor. El argumento bien hubiera precisado media hora más para definirse adecuadamente. Cuando empezamos a indagar en el pasado de Roy, vuelve con Rocky. Cuando el drama entre ellos se desata, pronto vuelve la calma. Y cuando ya se aproxima la felicidad y el romance, les avasalla la desgracia en un cierre apresurado, acompañado de una innecesaria conclusión postergada en el tiempo. Se avalanza el cierre en un transcurrir que no va a ningún lado claro, que nos deja un tanto indiferentes. Todo está bien, nada es destacable. Todo queda a medias. La película, apática, parece conformarse con poco.

Sórdida, humana y amarga, Galveston ofrece un relato atractivo de personajes rotos que no llega a redondear la experiencia para ser otra cosa que una película más.