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Voto de Miguel Ángel:
5
Drama Vitoria, año 2009. Después de los altercados en su barrio debido a la inminente expropiación de algunas viviendas, Lide, madre joven que trabaja como vigilante de seguridad en las obras del tren de alta velocidad, descubre que su hija adolescente, Ane, no ha ido a dormir a casa. Lide, junto a su ex-marido Fernando, comenzará no solo a investigar el paradero de su hija, sino a adentrarse en el mundo de Ane y a darse cuenta de que ha ... [+]
28 de mayo de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La producción es muy cortita de medios, en los interiores y en los exteriores. Llega a parecer que estamos viendo un capítulo en TV de Cuéntame, de al Salir de clase o de Física y Química; algo así.
La Dirección va de normalita a vulgar. Le cuesta narrar la historia y lo hace a saltos, muy lentamente; de una manera tan aburrida que te lleva a la exasperación, hasta el punto de que en la primera hora casi no sucede nada. En más o menos 20 minutos del final está todo lo que hay que ver.
También hay que señalar que, dentro de la lentitud, está el abuso en secuencias interminables de primeros planos silenciosos -nueva moda del cine español- y la manía de que la protagonista se lleve buena parte de la película bebiendo a gollete en una botella de plástico un misterioso líquido rojo o desvistiéndose en la cocina, delante de la lavadora. Mis entendederas no alcanzan a comprender el significado profundo. En las películas antiguas estos personajes atormentados fumaban y bebían mucho alcohol.
La historia es muy simple, algo así como los Miserables pero sin Victor Hugo; Ane viene a ser el equivalente a Thénardier. La parte del instituto es de juzgado de guardia, de lo peorcito que he visto últimamente. De política no hablo; que luego me riñen los moderadores, aunque debería.
De los protagonistas qué decir. En general exagerados y absurdos. Con unos diálogos escasos y cuando no, disruptivos y chillones a más no poder; algo así como si todos padecieran trastornos graves de conducta.
A todo lo cual hay que añadir la incomodidad con la que se escucha la película porque, como viene siendo habitual en el cine español, no hay manera de que se les entienda y eso que me parece que la película está doblada. Pues los dobladores no saben entonar, ni frasear, ni pronunciar. Chillar sí que saben y bien que lo hacen.
No es para verla dos veces.
Miguel Ángel
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