Estamos ante un thriller de espionaje ambientado en las cloacas del poder. Comienza la obra cuando la empleada de hogar filipina Wendy (Alexandra Masangkay) es rescatada de un supuesto rapto por Juan (Luís Tosar), un agente de policía. Así, puede colocar unas cámaras donde trabaja la chica.

Con el tiempo, el agente acabará por establecer con la muchacha una relación que cada vez será más íntima y compleja. Entre otras, ambos gustan del cine y se citan para ver asiduamente películas (guiño a la cinefilia).

En paralelo a su actividad oficial de poli, Juan realiza otros trabajos “no oficiales”, para proteger los intereses y la vida de ciertas élites poderosas del país, o chantajear a políticos. Nuestro agente es un fontanero de las cloacas del poder.

Es una cinta de alta velocidad, hábilmente diseñada a través de los oscuros y ásperos túneles del poder policial y del propio Estado. Cuarto largometraje de Jorge Coira, una especie de intento español de unir el género policial y el thriller, con lo institucional y lo político español, en cierta fábula real.

El filme, de la mano de Coira tiene pulso y cumple sobradamente con los niveles dramáticos, de ritmo y de tensión, como para que el espectador se mantenga en la butaca y fijada la atención en la pantalla, pues la película entretiene habla también de la corrupción y la extorsión dentro del sistema.

El peso principal de la cinta cae sobre los hombros de un confiable Luis Tosar, bien acompañado de la etérea y dulce Alexandra Masangkay, amén de unos/as eficientes actores de reparto, donde destaca Miguel Rellán, entre otros.

Excelente libreto escrito por Jorge Guerricaechevarría, donde hay una ambigüedad calculada, operaciones policiales inconfesables y enigmas morales diversos.

El protagonista Juan (Tosar) es, además de policía, alguien que se emplea en encubrir escándalos, solucionar entuertos y otros asuntos turbios pues, como dice su jefe: “España tiene que seguir siendo el mejor país del mundo para vivir”.

Hay también un interesante capítulo sobre la reputación de los políticos, que luego podrá utilizarse como forma de chantaje (el chantaje como importante moneda de poder).

Y el periodismo, parte muy interesada en todos estos tinglados. El punto donde converge todo esto lo resume la reportera Charo (estupenda Botto), desesperada por su próxima primicia.

Quizá el mejor mensaje de esta obra es que tras los más turbios asuntos de las cloacas del Estado o de la policía, hay personas que en algún momento caen del caballo y se persuaden de que la verdad existe y es necesaria.

En esta historia, es el más duro y “mandado” al que, una vez enamorado, se le abren los ojos para ver una dimensión más honesta y feliz para su vida.

Porque lo que se cuenta en la peli es absolutamente tremendo, penoso y que todos sabemos veraz: estamos controlados y manipulados, no necesariamente para bien, por instituciones policiales o de la Inteligencia (CNI).

Una narración suficientemente intensa y bien llevada. Podemos ver desvíos a Budapest y Panamá, para recordarnos cómo es el crimen organizado internacional.

Tosar aportando en todo momento sus toques de calidad a todos los proyectos a los que está vinculado, en todos, mentira tras mentira que Tosar interpreta convincentemente, como el excelente actor que es.

No hay demasiado humor, pero sí ingenio. El humor escasea, pero hay chispa.

Un thriller con trazas hollywoodienses, un guion bien escrito y unas interpretaciones buenas donde destaca un Tosar rocoso y tierno a la vez.

Publicado más extenso en revista ENCADENADOS: https://www.encadenados.org/rdc/sin-perdon/6555-codigo-emperador-2