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España España · MADRID
Voto de VALDEMAR:
4
Drama Muestra la vida de Reinaldo Arenas desde su infancia en un ambiente rural y su temprana participación en la Revolución hasta la persecución de que fue víctima más tarde como escritor y homosexual en la Cuba de Castro; desde su salida de Cuba en el éxodo de Mariel Harbor (1980) hasta su exilio y muerte en los Estados Unidos. Es el retrato de un hombre cuyo afán de libertad - artística, política, sexual - desafió la pobreza, la censura, ... [+]
11 de enero de 2010
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se lo llevó… se lo dieron a Russell Crowe… vete tú a saber por qué… pero cuando apareció con su melenita no country for old men ya no pudieron resistirse.

COSAS BUENAS
Obviamente, JAVIER BARDEM. Posiblemente, uno de los mejores actores del mundo mundial.
Los cameos. Un irreconocible Sean Penn en carreta, una Najwa Nimri que sin llegar a abrir la boca se tira por la ventana, y por supuesto, ese doblete de Johnny Deep, versión reinona del gula-gula y versión “magnífico teniente”

COSAS MENOS BUENAS
Que Johnny Deep interprete a dos personajes diferentes en el mismo tramo del metraje. ¿A qué se deberá ésto? No entiendo en qué estaba pensando el director. Más que una peli, parece una fiesta de disfraces.
El ritmo es irregular.
Es más recomendable, por una vez en la vida, la versión doblada que la original. (Y me explico: los cubanos, en Cuba y entre ellos, hablan español, de toda la vida)

COSAS MALAS
Julian Schnabel es uno de esos realizadores molones, de los que nos regalan planos raritos regocijándose en su supuesta genialidad. A destacar, esa secuencia en la que el abuelo de Arenas se pone a talar un árbol, y la cámara simula la trayectoria del hacha, esto es, un horrendo plano borroso que cimbrea de un lado a otro mogollón de deprisa. Hay que joderse, qué bonito.
La fotografía. Inapropiada y oscura. Fea de cojones. Qué subidón de contraste. Qué cool.
Pese a ser una biografía, se da una visión muy superficial de la figura de Reinaldo Arenas. Sólo nos cuenta cosas que le suceden, pero no da pie a empatizar mínimamente con el personaje.
Sobra media hora de metraje.
El pesadísimo final (en general), pero, a destacar, ese largo fundido negro en el que Bardem sigue hablando, pero ya no hay imagen y tú ahí, por respeto al actor te quedas escuchando... pero valiente coñazo.

Todas estas cosas malas, junto con las cosas menos buenas, se pueden resumir en una: JULIAN SCHNABEL.
VALDEMAR
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