¿De qué va?:

Lulú es una adolescente que vive enamorada de un amigo de su hermano mayor, un hombre de más de treinta años con el que tendrá su primera experiencia sexual antes de retomar su relación años después.

Crítica:

Bigas Luna -el director patrio más salido de todos los tiempos- firmó en 1990 una de sus obras más míticas llevando a la gran pantalla la historia de Lulú, la ingenua y espontanea Lolita que con los años años deriva en viciosa sexual todoterreno. La película, que en un principio transita por los incómodos terrenos de la depravación cuasi pedófila con una adolescente y aniñada Lulú siendo seducida por un Oscar Ladoire (actor recurrente en aquellos años para papeles de madurito mosquita muerta pero que siempre moja el churro, véase Ópera Prima sin ir más lejos) muy metido en el papel, termina resultando todo un ejercicio de filias y fobias sexuales, a la postre un muestrario erótico que pone al espectador en la posicion de voyeur forzoso, posición que seguro que para el cinéfilo medio de 1990 -época pre-internetera- supuso una impresión que hoy día pierde algunos enteros, aún así hay que decir que contiene algunas escenas bastante explícitas, en general rodadas con maestría.

La italiana Francesca Neri (doblada por Natalia Dicenta) consigue con su generosa y muy brillante actuación que la trama no caiga en ningún instante pese a que haya momentos en los que tanto sexo canse (¡sí, es posible señores!). Aunque la que se llevó el gato al agua de los premios Poya, perdón Goya, fue María Barranco con su interpretación de un travesti de buen corazón, un premio bastante exagerado en mi opinión.

Bastante aceptable filme erótico, unas sesenta y nueve veces mejor que El imperio de los sentidos, por poner un ejemplo.