Un hombre vinculado al delito recibe una inyección con un líquido mortal que, en cuestión de horas, hará estallar su corazón. En ese fragmento de tiempo, evidentemente, más allá de la posibilidad de encontrar algún antídoto, quiere aprovechar la ocasión para acabar con quien le administró la dosis. Por otra parte, lo único que puede prolongar su existencia, es generar permanentemente una secreción de adrenalina para lo cual llega a realizar cosas tan inauditas como tener relaciones íntimas en público o introducir su vehículo en un shopping, que queda estancado en una escalera mecánica, entre otras varias proezas. Esto es lo único que lo mantiene en pie. Fílmicamente, puede destacarse la buena fotografía, los escenarios, un ritmo y acción permanentes, aunque la proliferación de movilización y corridas puede llegar a parecer extrema. De todos modos, como entretenimiento puede considerarse aceptable.