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Voto de El Extranjero :
5
Drama Blanche, que pertenece a una rancia pero arruinada familia sureña, es una mujer madura y decadente que vive anclada en el pasado. Ciertas circunstancias la obligan a ir a vivir a Nueva Orleáns con su hermana Stella y su cuñado Stanley (Marlon Brando), un hombre rudo y violento. A pesar de su actitud remilgada y arrogante, Blanche oculta un escabroso pasado que la ha conducido al desequilibrio mental. Su inestable conducta provoca ... [+]
5 de febrero de 2023
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay reflexiones interesantes:

-Una mujer siempre sabe cuando está guapa, en verdad no tiene la necesidad de preguntarlo.

-El deseo en realidad es ilusión, falso, moldeable, manipulable. (Mejor no tenerlo, evadirse de la realidad, cruda y desagradable, no lleva a nada, es improductivo).

-La mujer, en muchas ocasiones, le hace creer que a un hombre que él le importa, pero en realidad solo se preocupa de generarle un sentimiento de que la necesite, para de ese modo recibir la atención que tanto precisa.

La visitante comprende todo lo que seguramente querrías desechar de tu vida. Error de la existencia, malformación, trastorno, cáncer, trauma, número primo, división entre cero, el absurdo, retransmisión encriptada. No es su culpa, pero se hace imposible aguantarla, complacer todas sus paranoias de demente, es una persona muy enferma. Caso perdido. No entiendo como la aguantan tanto.

Brando no me cae tan mal, pero no entiendo el mito a su persona por esta actuación. A las mujeres les parecerá atractivo, vale, pega cuatro gritos, bien también, pero... ¿qué más? Se pasea con altivez, dejando su peso caer de una pierna a otra, mira a cámara, siempre está comiendo/mascando algo... ¿y qué? Personalmente, me quedo con su doblador, no me hace falta comprobar que es Rogelio Hernández.

Pero a pesar de lo refinado de algunos diálogos, no puedo decir que la película me guste, es teatral, impostada, transcurre practicamente en su totalidad en un único escenario opresivo, hablan sin dar un respiro y a lo mejor ahora seremos más tontos y paletos todos, pero me cuesta asumir que la retahíla de todos esos vertiginosos combates dialécticos tan sofisticados sean una improvisación y que se les ocurran al vuelo, al segundo, ni me parece tarea fácil ni natural.

Y no es creíble que una tía de cuarenta haga creer a un hombre que tiene diecisiete... ¿eso qué es?
El Extranjero
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