(Recomiendo no seguir leyendo si no se ha visto la película)

¿Eso que he dicho inclina la balanza hacia el elogio o a la crítica? En este caso diría que más bien sería lo primero, que la sensación que te provoca el presenciar una obra se eleve por encima de la indiferencia ya es un logro. Lo peor de 'La mosquitera' es quizás tener la impresión de que los adultos se están comportando como niños de una manera reiterativa y exagerada y eso le puede restar cierta credibilidad al conjunto. Tampoco ayuda el hecho a que lo planteado no suene muy creíble de por sí, el hecho de cómo los padres pasen por completo del hijo y de sus problemas, que no se den cuenta de nada y que parezca que no les importe demasiado y cosas así. Los primeros pasos de la relación entre Eduard Fernandez y la asistenta no son nada acertados, ella le ignora por completo (esas escenas de él hablando minutos y minutos con interrogativas directas y ella en silencio absoluto y sin hacer ningún gesto, qué mal lo he pasado con esas escenas) y el no hace más que dar y dar. Incluso teniendo en cuenta que lo que desea es que esa chica le escuche y le haga compañía y no un servicio sexual a cambio de dinero (que sería lo habitual y todo parece apuntar a eso), y el hecho de que realmente se siente muy solo no termina de ser del todo creíble su estoica persistencia por aporrear una puerta cerrada. Aunque luego parece que encuentran un lenguaje en común aunque antes de eso haya tenido sucedido una escena que me ha parecido de especial hilaridad que luego comentaré en el spoiler. Pero Emma Suárez es la protagoniza las secuencias más difíciles de digerir de esta película, a pesar de que su 'romance' con el amigo de su hijo tiene en todo momento la apariencia de ser insostenible y resultar una cosa de locos vista desde fuera, (si fuera al revés, el hombre de 46 con una chica de 16 quizás a algunos no les parecería tan descabellado porque a los hombres se los tiende a asociar como personas más inmaduras que ellas, además en este caso la diferencia es DEMASIADO grande) la película consigue exhibir dicha trama de tal manera que a este espectador no le provoque la indiferencia propia que le provocan otras 'mal contadas' o directamente 'malas'. Se podría entender la atracción que le despierta este chico derivase de la misma soledad que atraviesa su marido (que le pide permiso para dormir a su lado) y su actitud, demasiado condescendiente, en principio no rechaza la posibilidad de que ella también lo quisiera. Me llamó la atención el sencillo pero sugestivo baile que se marca, con el que seguramente despertó la atracción del chico, así como el detalle de que ella, después de devolverle el pico insiste en mandarle a una habitación e irse sola a la suya. Pero a mitad de la noche cambia de parecer y se acerca hacia la cama del chico y pone a deslizar la mano por debajo de la manta y resulta... que era su hijo Luis, que, dormido la pregunta un ¿qué haces, mama? ¡Menudo desliz más inesperado! ¡Supuso toda una sorpresa para la mujer! Esta, tras soltar una evasiva se va a la otra habitación y a la mañana siguiente Luis, el hijo, pasa por delante de la habitación que tiene la puerta abierta y ve ropa de mujer tirada por el suelo, a su madre acostada con su mujer amigo y al perro lamiendo el preservativo que había en el suelo. Entonces va al ordenador a ver cómo inyectarse una jeringa. Las escenas posteriores de Emma diciendo al chico en lo consuman 'soy tu puta, soy tu puta' y las siguientes en las que otra mañana, después de dormir en la misma cama, el chaval la llame 'puta' sin venir a cuento y después de persuadirla a seguir manteniendo relaciones sexuales sin que a ella le apetezca demasiado, ejerciendo un rol dominante sometiéndola a otro tipo de prácticas me ha parecido muy chocante. Creo que dicha impresión se debe por dos motivos: por el trato vejatorio bajo el que se mantenían esas relaciones, la sociedad corriente no acostumbra a aceptar, promover, difundir o ensalzar; de ahí a que al espectador medio le resulte tan extraño e incómodo presenciar ese tipo de escenas, y segundo por el hecho de que ella es una mujer madura y él tan solo un adolescente. La relevancia del primer motivo se ve reforzado por la existencia del segundo; estoy convencido de que me parecería mucho menos extraño e inusual ver una escena similar a la que han protagonizado Emma Suárez y Alex Batllori protagonizada por dos personas de la misma edad, especialmente jóvenes, a cuyo registro se adecua (o asocia) más el lenguaje y las maneras empleadas aquí. Creo que el guionista es consciente de todo ello, y por eso consigue provocar.