Un día empecé a ver esta película y a pesar del prometedor arranque la tuve que dejar. Ahora descubro que sería de lo mejor de la cinta, pues en ella sale la pelea más espectacular, y el carisma de Hopkins en todo su esplendor, así, como carta de presentación, para que el público siga viendo la película con devoción. Porque yo esperaba que siguiera así la hora y cuarenta entera, pero no, baja el nivel, el ritmo se vuelve más flemática, el candor inicial se desvanece llegando incluso a aburrir. Y cuando ya te estaba empezando a ganar como drama, va y la sesión se corta otra vez, de nuevo cambio de género cuando ya te habías metido y acostumbrado. Cómo en una peli de historias cruzadas cuando más interesante se pone una te pasan a la otra. A ver, termina cumpliendo pero al final no resulta el peliculón que te esperabas de los primeros diez minutos. Por lo menos a mí tal me lo pareció. No obstante está el gran Bob Hoskins que lo borda. Su airado talante contrasta de manera genial con su melancólico verbo; me refiero sobre todo a esa escena inicial en la que cuenta el sueño que ha tenido con un tono demasiado profundo para ser un correoso extorsionador de poca monta que parece haber salido de una peli de Ritchie no encaja (para bien). Además parece tener un uso de razón bastante admirable para ser un cruel descerebrado que babea con prostitutas, siendo en realidad mucho menos resolutivo que lo que puedan hacer pensar los aires que se quiere dar, y de personalidad al fin y al cabo muy simple y basta. Y en su figura, toda esa repugnancia no se hace odiable a mis ojos, pues el portento del actor hace que sientas fascinación de sus rasgos más inhumanos, como al final en el que...