Inspirada en hechos reales, de elípsis muy abruptas y formada a partir de escenas inexpresivas (no quedan muy claros los criterios que siguen los asesinos o mejor dicho, el cabecilla, -gran actuación, lo mejor del filme- para escoger a sus víctimas, ni quiénes le secundan exactamente ni con qué propósitos concretos lo hacen: algo se intuye, un afán de eliminación de los débiles y los pervertidos, pero no se ahonda, no se esclarecen del todo las motivaciones y los detalles de sutil naturaleza que puedan infundar dicha conducta), e interminables, en las que predominan los silencios y los planos desenfocados. La lentitud narrativa, la ausencia de incidentes y la falta de profundización en las características psicológicas de los personajes (para mi, algo indispensable en un proyecto de este tipo), como ejemplo la pusilánime madre, (interpretada por una atractiva y madura actriz no profesional) que se deja devorar por su manipuladora pareja, sumida en un estado constante de letargo y apatía: se apunta a que la degradación del entorno es la causante, haciendo que a la gente le dé todo igual, que se hunda en la depresión y que no tenga fuerzas para enfrentarse a las vicisitudes de los psicópatas que pueda haber en el entorno social, pero pasa lo mismo, falta un enfoque más cercano y analítico), unido a la ahogante banda sonora, hacen de la experiencia del visualizado algo muy aburrido, cuando la historia podría haber sido adaptada con bastante más enjundia.