Lo cierto es que se mueven muy bien (especialmente Swayze y Rhodes, tienen mucha química), aprecio su talento, que no es poca cosa, pero como película es un horror, de argumento verdaderamente pobre, el visualizado no tarda en convertirse en una experiencia de lo más insufrible. En muchas escenas, los actores reaccionan como si recibieran una descarga eléctrica cuando oyen lo que les dicen los demás personajes, mientras que en otras ocasiones, el ímpetu que denotan al responder o dirigirse a alguien tampoco está justificado, dichos diálogos suenan apresurados, desprovistos de naturalidad, dejando una sensación de incomodidad muy parecida a cuando alguien intenta quedar bien de manera constante. Puede que sea cosa del doblaje, atroz e inexpresivo como pocos, pero es algo que no pienso corroborar.

Esperaba que me gustase más, pero el guión es absurdo y ridículo, sin gracia ni encanto alguno. No es de extrañar que nadie se esperara que fuese un éxito, porque excepto la presencia de Swayze no tiene ningún otro aliciente. Ni poniendo lo indecible de mi parte, no consigo distraerme siquiera con esta propuesta bidimensional y monótona, perfectamente acondicionada y calculada.