A falta de una hora de metraje, hay una escena en la que el defensa le dice al personaje de Jamie Foxx que si no le gustaría ser recordado por algo que haya hecho a lo largo de toda su vida y no solo en sus tiempos dorados como el líder del equipo campeón. Hubo un tiempo en el que la industria (competitiva, ultra-materialista, al igual que el entorno que se puede apreciar en esta película) se acordaba de Cameron Diaz, que aquí seguramente interpreta al personaje más repulsivo y desconsiderado de todos, con diferencia el peor papel que la he visto, y seguramente por el que más se habrá embolsado. Ahora, que su tiempo de gloria ha pasado, ¿alguien se acuerda de ella? Conclusión: la escena que he comentado lanza uno de los tantos mensajes hipócritas y completamente falsos que pueden verse en el metraje y que tiene una finalidad que no va más allá de la simulación y la impostura, dos ideales pilares de la frívola sociedad que refleja esta obra, en la que todos son muy 'guays' y se echan mierda los unos sobre otros, pero cuando todo sale bien, por casualidad (o porque así lo dicta el guión) son de repente todos muy amigos. Este interminable delirio de grandeza de Stone me dice muy poca cosa. Atrae por inercia, el espectáculo está 'garantizado' para el que lo busca, pero yo me voy de vacío. La pretenciosa y ostentosa atmósfera que se respira en el filme, definitivamente me provoca sumo rechazo. Ni siquiera Al Pacino se salva, un integrante más dentro de esta superficial epopeya que viene a querer enseñar a los suyos lo que es la grandeza del triunfo norteamericano.

El triunfo personal claro que ha de ser buscado. Pero la hueca arrogancia de los que en esta 'Showgirls' del fútbol americano representan la faceta del dicho éxito me repele sobremanera.